03

98 7 28
                                    

Lluvia

—Estoy en casa.

Souya encendió las luces de la entrada. Fue extraño para él encontrar el departamento consumido en oscuridad, sin ruidos.

Observó su celular, la hora era relativamente temprana, pero la persona que esperaba ver tenía un ciclo de sueño sano y dado que madrugaba, no tenía problemas en dormir de inmediato ni bien saliera la Luna.

Pensar en que Hakkai ya estaba dormido lo desconcertó. Había mantenido una breve conversación con él en su regreso a casa, incluso le comentó que estaría atento a su llegada, lo cual solo fue mentira. El cocinero aventó su uniforme sucio a la cesta de ropa, caminó con pantunflas hasta la cocina para guardar en el refrigerador el postre que había comprado.

Dudó mucho en guardar la rebanada de pastel. Se le estaba antojando.

—Quería que se lo comiera ahora pero...—volteó hacia el pasillo.—No puedo comérmelo, le dije que le traería una sorpresa, si me pregunta dónde está y si me lo como, no sabré qué darle después —casi todo el tiempo tenía soliloquios.

Hakkai estaba escondido detrás de Souya, salió con pasos cortos, procuraba no reírse antes de tiempo. Abrió los brazos en toda su extensión, tenía que ser rápido para atrapar a su compañero, quién ya sentía su presencia a través de un escalofrío involuntario que le recorría por la espalda.

—¡¡Buenas noches!!—gritó, lo abrazó sin pestañear. Adoraba los abrazos y Souya era su víctima diaria.

—¡Hakkai, tonto!—  se percató que lo insultaba muchas veces, sin llegar a ser demasiado vulgar.—¡Me asustas!—exclamó, su corazón retumbaba.

—Ya sé, era era mi intención —apretó suavemente a Souya, obligándolo a balancearse.— ¿Cómo te fue en el trabajo?, espero que bien.

Souya se sacudió entre los brazos para intentar salir. Odió a Hakkai por hacer nulas sus peticiones, siempre le regañaba y pedía de favor que no hiciera esas escenas con él, pero al tipo le entraba todo por un oído y le salía por el otro.

—Creí que ya estabas dormido—se rindió. Echó la cabeza hacia arriba, encontrándose así con la mirada azul oscuro de Hakkai.

—Dijiste que traías un regalo para mí y quise esperar—admitió con una tierna sonrisa.—Y bien, ¿Qué me trajiste?—frotó sus manos en los brazos de Souya.

Otra de sus cosas favoritas era apapacharlo.

—Esto— bajó la cabeza, veía el pastel en sus manos. En el fondo quería tener más confianza y buena fluidez para expresarse sincero en una disculpa, ya que el obsequio tenía implícita esa intención.— Perdón si fui grosero contigo...—susurró, deseando que él lo escuchara.

—¿Qué es?—su aliento rozó con la oreja de Souya—¿Sabe rico? — quiso hacer más preguntas, pero se mordió la lengua.

Haría un pequeño cambio para seguir llevando su amistad por un buen camino. Durante toda la tarde, reflexionó en el hecho de que era muy parlanchín y dramático, características que por meses no cambió en lo absoluto. Para Hakkai, era importante tener una buena relación con las personas que quería, mejorar y ser constante, no hacer cosas que incomodaran a otros, pero tampoco cambiar por completo solo por quejas.

Simplemente, quería hacer menos preguntas.

—Un pastel de moca— Souya entrecerró los ojos, el abrazo le daba calidez, de alguna forma lo estaba adormeciendo.— Hakkai huele bien...—respiró en su cercanía, lento y profundo, dibujando sin querer una sonrisa de gusto.

Viviendo juntos|| HakkaSouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora