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Rindou llevaba meses usando el transporte público. Por culpa de sus tonterías, su hermano mayor había confiscado su auto deportivo, ese que estrelló contra otro auto y en el que casi pierde la vida.

Por desgracia para él, su recuperación fue rápida pero quedó castigado por tiempo indeterminado, a tener que vivir con un bajo perfil, a lo que él prefería llamar "vivir como miserable". Ninguno del transporte debía tener ni la mitad del patrimonio que había en su familia, unos respetables médicos con un hospital privado. Reconocidos en el ámbito. Rindou había nacido privilegiado, al igual que con el único peso de nunca tener a sus padres, más que a su hermano mayor que figuraba como su guía y mentor para todo en la vida.

No obstante, no todo era malo dentro de su castigo; él ya conocía las rutas, siempre se topaba con un chico que llamaba mucho su atención: Souya Kawata. Todos los días en el mismo horario, similar al suyo, lo veía en cierta esquina acompañado de otro chico. Hace no mucho había descubierto en donde trabajaba, su nombre, y de paso, ya sabía por dónde vivía. Ese día no iba a ser la excepción de verlo esperar el autobús.

Había muchos espacios vacíos, así que dudaba que fuese a sentarse cerca de donde estaba. Angry siempre buscaba los asientos del final, estar cerca de la ventana. Pasó de largo dejando un camino de irritantes feromonas, algunos de ahí lo vieron con desprecio, como si lo suyo hubiera sido al propósito. Angry no lo sentía, pasaba desapercibido que por naturaleza su cuerpo emanara ese calor y por ende, llamara la atención de otros.

Rindou volvió a sentirlo, se cubrió discretamente la nariz, queriendo ver en qué lugar había quedado ese omega. En realidad no estaba tan lejos.
Souya estampaba la cabeza contra la ventana, ensimismado en toda la ciudad, alucinando en su mente. En parte, se arrepentía de estar ahí montado, todavía podía sentir el cuerpo debilitado y la cabeza punzarle.

Pero, era persistente y fiel a la idea de que con el trabajo, se le pasaría, apenas tendría tiempo para pensar en su malestar.

Rindou lo vio bajarse donde siempre, y continuó con su viaje hasta la universidad.  Algún día, podría tener otro acercamiento con él, era algo que imploraba. Ya no podía quitarle la vista o el interés cada día que tomaban la misma ruta, Souya le gustaba, y como tal, se avergonzaba en pensar que le gustó alguien pasajero.

Por otra parte, el cocinero asustó a su supervisor por estar una hora antes en su puesto, listo para trabajar. El tiempo se puso de su lado y llegó rápido al restaurante, de la universidad apenas se acordaba.

—Qué temprano llegas hoy, Souya— le dio una palmadita en la espalda.—¿Listo para trabajar?

—Sí señor, ya debo empezar al cien la semana.—Él se sentía motivado en ese ambiente.

—Excelente, me gusta esa actitud — asintió con la cabeza— Te encargo la cocina, enséñales a tus compañeros cómo se debe trabajar— no dio más motivos, y se fue por todo el pasillo.

Souya se puso el delantal, la red para el cabello, su gorro y se dispuso a entrar a la parrilla, a organizar su área y ayudar con las comandas.

—Agh, huele a grasa por aquí — uno de sus compañeros comentó despectivamente al ver atravesar a Souya— Me dieron ganas de vomitar.

—¿Lo dices por mí? ¿Tienes algún problema conmigo?— Souya  no quería seguir escuchando ese tipo de cosas, que día con día se hacían entorno a él. Lo había soportado por mucho tiempo y ocultado de Hakkai, hasta de su hermano. Estaba al borde, y prefirió confrontarlo— Siempre estás diciendo ese tipo de cosas cuando paso cerca, ¿Qué tienes conmigo? Dime.

Viviendo juntos|| HakkaSouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora