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Angry recordó instintivamente las reglas de su arrendadora, la señora que en todos los meses que llevaba viviendo ahí, jamás había visto en persona.

Y eso podría ser, porque simplemente no existía. Más no por ello, Angry pensaba ser un mal inquilino.

—Cuando regreses del trabajo me ayudarás a ponerles nombre— dijo Hakkai, entrando con sus nuevos gatos al departamento.—Hoy mismo los llevo al veterinario.

—Son muy bonitos— quiso acariciarlos. Fue un niño emocionado, siguiendo de cerca a su amigo para ver a los mininos— Pero una cosa, no están permitidas las mascotas.

—¿Cómo no? La vecina tiene dos perros y nadie le dice nada— dijo Hakkai muy confiado.

—El edificio si permite, pero nuestra arrendadora no, si no mal recuerdo...eso me habías dicho cuando vine a vivir.

—No te preocupes por eso, hablaré con ella y podremos quedarnos con los gatos— en su mente el asunto ya estaba discutido.

Hakkai era el verdadero propietario, solo tenía que hacerse el loquito con Souya. Esconder un hecho importante como ese, le iba a acarrear más problemas en el futuro, por pintar una falsa realidad.
Solo que al igual que Souya en un pasado, le dejó ese problema al Hakkai del futuro, el del presente estaba feliz.

Y solo quería estar feliz.

—¿No tienen dueño?— preguntó Angry, tomando un gatito con sumo cuidado—Están muy chiquitos y delgados.

—Supongo que no, tampoco mamá. Alguien los habrá abandonado, pobrecitos —cargó a uno de ellos, viéndole la carita sucia y sintiendo pena por ellos— Ya no se preocupen, ahora tendrán dos papás.

Souya quiso jugar con los gatitos, seguir viéndolos y demás. Pero, había olvidado que iba camino a la universidad, y que ya se le hacía tarde.

—Mi cielo, ¿No ibas de salida?

—Sí...Dios, sí —se acordó de golpe—Me voy, ya es tarde. Te veo en la noche, Hakkai, me cuentas qué tal con los gatitos.

—Está bien mi corazón de melón. Hoy no podré acompañarte hasta el paradero, pero me avisas cuando estés en la uni. Cuídate, te quiero.

—Sí, ¡Nos vemos!— salió disparado del departamento.

Sin las llaves, sin la cartera, sin su beso de despedida (robado por parte de su amigo).

Hakkai lo vio regresar a buscar las cosas, riéndose por sus costumbres. Se despidió nuevamente, antes de enfocarse plenamente en sus gatos.

[. . .]

Keisuke era el único veterinario con consultorio que Hakkai conocía. Tuvo que tomar un largo camino para llegar a su destino, en donde esperaba buenos prospectos para sus nuevas mascotas.

Fue bien recibido en el local. Convivió con la asistente de Baji, y aprendió cosas nuevas en los chequeos.

—Están bajos de peso, todavía están en su periodo de lactancia— dijo Keisuke, tras pesarlos y revisarlos—. Tendrás que darles fórmula y mantenerlos con calor. Afortunadamente están bien, no tienen ninguna enfermedad, pero tendremos que lidiar con las pulgas que tienen— sonrió, acariciando a los mansos gatos —. Hiciste una buena acción, Hakkai, por no dejarlos a su suerte.

—No tenía corazón para eso— confesó.—Siempre quise gatos de mascota, pero nunca me dejaron.

—Y ahora tendrás tres— Keisuke iba a continuar con un baño para los gatos—¿Qué te dijo Angry sobre ellos?

Viviendo juntos|| HakkaSouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora