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Al entrar a mi habitación, me encontré con Yuki y Carlos, quienes me miraban con una expresión suplicante.
-¡Estás vivo! Pensábamos que habías muerto..- Carlos dijo con la voz quebrada mientras me abrazaba.
-Ustedes dos son unos idiotas, me dejaron tirado en plena calle. - Exclamé enojado.
-Esteban arrancó y no nos permitió bajarnos. Intentamos regresar, pero Esteban dijo que no quería tener nada que ver contigo ni con Max. - Yuki explicó mientras intentaba acercarse a mí.
-Exacto, tuvimos suerte de que no nos dejara a nosotros también. - susurró Carlos, aún abrazado a mí.
-Tuve que aguantar al estúpido de Max. Incluso le tuve que pedir ayuda a un señor para que me trajera a casa, pero Max lo ahuyentó y me trajo él. - dije, aún enojado. - Ni siquiera intentaron mandarme un Uber. - reclamé.
-Sobre eso, no tengo teléfono... - Yuki susurró.
-Qué? - pregunté confundido.
-Verás, el chico al que se comió hoy en la fiesta, el amigo de Max, se lo robó. - explicó mi hermano.
-¡¿Y no le dijiste nada?!- pregunté, cada vez más alterado.
-Ay Checo, estaba claro que nunca había tenido un teléfono en su vida, y además, lo necesita más que yo. Mi papá puede comprarme otro en cualquier momento. - justificó el japonés.
Los ignoré mientras me metía a bañar. Al salir, me acosté en la cama y caí en un profundo sueño.
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Me desperté de golpe debido al ruido de la alarma de mi teléfono, tenía que estar listo en media hora para ir a la universidad. Miré hacia la cama de Carlos, donde dormía junto a Yuki, me acerqué al borde de la cama para despertarlos.
-Oigan, nos estamos retrasando para la universidad. - Les recordé mientras los veía despertarse lentamente.
Suspiré y me apresuré a vestirme. Madrugar nunca ha sido lo mío; siempre me cuesta llegar a tiempo, como si estuviera luchando contra la tentación de seguir durmiendo.
-Buenos días, niños. - Saludó María, nuestra niñera de toda la vida.
-Buenos días, Mari. - Respondí acercándome para darle un beso en la mejilla.
Al bajar a la cocina, agarré una quesadilla y me la metí en la boca apresuradamente, acompañándola con un sorbo de jugo de naranja. Luego, me dirigí a mi coche, donde tuve que esperar unos minutos a que Yuki y Carlos llegaran con sus platos de comida y jugos.
Al llegar a la universidad, nos bajamos en el estacionamiento, y todo estaba en completo silencio.
-¡CHICOS! - Salté y solté un grito al escuchar a George detrás de nosotros.
-Maldita sea, un día de estos me vas a matar. - Susurré.
George comenzó a reír mientras caminábamos los cuatro juntos, en el camino nos encontramos con Lance y Pato, quienes parecían agotados.
-Cielos Sergio, hoy te ves más nalgón que de costumbre. - Bromeó Pato con una sonrisa de oreja a oreja.
-Saben, ayer todos conocimos a nuestros futuros novios. - Dijo George, recordando todo lo que había sucedido en la fiesta.
-Todos muy guapos, excepto el de Sergio, me cayó mal. - Comentó Lance.
-Pero Max es buena onda. - Carlos dijo confundido.
-Tan buena onda que ayer casi nos mata. - Bromeó Yuki.
Yo los miré con desaprobación y disgusto.
-Lo peor es que Sergio es acuario y Max es libra, obviamente no coinciden. - Comentó Lance. Todos lo miramos confundidos.
-¿Cómo sabes el signo de Max? - Preguntó Pato.
-Ay, chicos, ayer Logan y yo estábamos hablando de signos zodiacales, y me leyó las cartas, diciéndome que éramos almas gemelas. Luego le pregunté por ustedes y me contó sobre el signo del chihuahua de Max.
-¿Chihuahua? - Pregunté divertido.
-Sí, le gusta andar peleando, y mi chihuahua princesa es igual de pleitista que él. - Lance restó importancia a la comparación.
-A mí hoy me vendrá a visitar Lewis, así que es probable que sus novios también vengan. - Comentó George con una sonrisa en el rostro.
¿Qué? - Pregunté, sintiendo cómo la sangre y el azúcar se me bajaban de golpe.
