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-¿Estás drogado? - pregunté confundido al notar sus pupilas dilatadas, incapaz de comprender su comportamiento inusual.

-Solo un poco. - respondió él, rodeando mi cintura con sus brazos mientras acercaba lentamente su rostro al mío.

-Eres un idiota, no tienes idea de cuánto te detesto. - murmuré cerca de sus labios, aunque mis propias manos temblaban al sentir su cercanía.

-El sentimiento es mutuo. - susurró con una sonrisa burlona, su mano acariciando suavemente mi mejilla.

Nos quedamos mirándonos fijamente durante lo que pareció una eternidad, el suave compás de la música de fondo creando una atmósfera de deseo. En ese momento, olvidamos por completo a todas las personas a nuestro alrededor. Max, con un gesto provocador, pasó su lengua provocativamente sobre sus labios, atrayendo mi atención con una mirada intensa. Su sonrisa pícara y burlona creció al notar mi mirada fija en sus labios. Sin perder tiempo, se acercó a mí, y nuestros labios se fundieron en un beso apasionado y ardiente, lleno de deseo y una intensidad palpable.

Max no solo besó mis labios, sino que también acarició mi cintura con sus pulgares, apretándome con una firmeza que me hizo temblar de deseo. No tenía intención de soltarme, y yo tampoco quería que lo hiciera.

Mis manos rodearon su cuello mientras profundizábamos el beso, y una sonrisa se dibujó en mi rostro al sentir cómo su lengua exploraba mi boca. No podía evitar sentir sus caricias en mi cintura mientras el deseo crecía. Cuando finalmente la falta de aire se hizo evidente, nos separamos con los labios hinchados. Yo sonreí tímidamente, y al mirarlo, vi su sonrisa radiante antes de recibir un último y suave beso en los labios. Luego se alejó, dejándome solo en medio de la pista de baile.

Tardé un poco en volver a la realidad, atrapado por el calor del momento. Cuando finalmente me concentré, busqué a Carlos y Charles, pero ya no estaban a la vista. Pensé que quizás debería haber pedido ayuda a Max, pero ese pensamiento desapareció al verlo besando a una chica a lo lejos. Un sabor amargo inundó mi boca y la garganta se me secó. Mis manos comenzaron a temblar, y me costaba respirar. Max me miró con una sonrisa cínica y eso solo empeoró las cosas.

Decidí dirigirme a la barra para tomar un shot y aliviar mi malestar. Mi intención original era encontrar a mi hermano y a mi mejor amigo, pero no sé en qué momento el shot se convirtió en dos botellas de vodka, que ya estaban vacías sobre la mesa del club. La vista de Sergio se nubló y todo a su alrededor comenzó a girar. Sonrió después de tropezar accidentalmente con otro chico y estuvo a punto de caer al suelo, pero fue rescatado por el apuesto joven que estaba frente a él.

-Hola, guapo, ¿quieres?.- El chico ofreció un vaso con un contenido de origen incierto.

Sergio, que ya estaba bastante borracho y herido después de ver a Max con esa chica, tomó el vaso entre sus manos y se bebió el contenido de un solo trago. Una sonrisa se formó en su rostro al sentirse más relajado y feliz, comenzando a bailar con el chico cuyo nombre desconocía.

-Eres muy... muy guapo.- soltó entre hipidos y balbuceos debido a su estado de embriaguez.

-Gracias, lo mismo digo. ¿Cómo te llamas?.-Preguntó el chico, que parecía estar más sobrio que él.

-¿Cómo me llamo? Creo que... Sergio.-respondió con dificultad y entre risas.

-Un placer, Sergio. Yo soy Saúl Álvarez.- se presentó el chico amablemente.

A 3MSC|| ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora