CAPÍTULO 1: El inicio de todo.

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Dentro de uno de los pasillos del castillo  del País/Reino del Relámpago, una sirvienta corría a toda la velocidad que le permitían sus pies, buscando desesperada a los príncipes, nietos del ya anciano rey Kuwajima Jigoro.

        —¡Príncipe Kaigaku, príncipe Zenitsu! —gritaba la pelinegra a todo pulmón.

        —¿Pasa algo, Touko? —por fin pareció encontrar al menor de los Agatsuma, por lo que su alivio de inmediato se notó:

        —Su abuelo requiere su presencia.

        El muchacho no esperó a saber de qué se trataba, pero si era un llamado de su abuelo, debía ser importante.

        —Llévame con él —pidió con amabilidad y determinación en su voz.

        Touko asintió sin decir nada y lo llevó corriendo de nueva cuenta hacia la habitación del hombre.

        La joven abrió la puerta rápidamente, permitiéndole al rubio pasar.

        —Abuelo...

        —Zenitsu. ¿Dónde está Kaigaku? —inquirió el mayor, que se encontraba acostado sobre su cama, mientras a su vez, no podía dejar de toser—. Los necesito a los dos. No me queda mucho tiempo.

        —¡Touko! Ve a traer a mi hermano, por favor.

        —En seguida —luego de esto, cerró la puerta una vez más después de pasar por esta y los dejó a solas.

        —Escúchame, Zenitsu. Estoy muy viejo y enfermo. Mis minutos están contados. Por lo que —aquella molesta y alarmante tos no paraba de interrumpir —, debo pedirle algo a tu hermano.

        —¿Qué necesitas? Podría decírselo yo si él no viene.

        —Te tomo la palabra.
Necesito. Que Kaigaku. Se comprometa, con la primera, hija, del rey del País del Agua: necesitamos expandirnos, y eso se logra por medio de una alianza.
Una boda es lo que, necesita, nuestro bello país, para ganar nuevos territorios, y formar acuerdos comerciales.
Además, de que, este reino, necesita un nuevo rey, y que este cuente con su reina.
Por favor, prométeme que harás, llegar, este mensaje a tu hermano mayor.

        Acto seguido, la tos se volvió aún más brutal y violenta, impidiéndole incluso respirar.

        —Zenitsu. Puede, que nunca te lo dijera, pero, estoy orgulloso de ti. Ojalá pudiera decir lo mismo, de Kaigaku...

        Tras decir esto, finalmente sus ojos se cerraron para jamás volverse a abrir, su respiración se relajó para no volverse a reanudar, los latidos de su corazón cesaron para no volverse a activar, y su piel poco a poco adquirió un tono pálido con ojeras debajo de cada uno de sus ojos, símbolo del abandono que había sufrido su alma sobre su cuerpo.

        —Gracias —fue lo último que susurró Zenitsu antes de derrumbarse a llorar.

        Sabía que llegaría ese momento, sabía que llegaría ese día, y también sabía que su abuelo no sería eterno. Sin embargo, ahora ya no tendría a nadie. Él y su hermano eran prácticamente desconocidos, sólo unidos por la sangre, dado que no sostenían ninguna relación sentimental.

        Y estando ahí, junto a la cómoda cama y junto al ahora cuerpo inerte de su abuelo, convirtió sus manos en puños, y cerró los ojos con fuerza. Una vez así, apoyó su frente en la manta que se hallaba intacta y dejó sus manos a ambos lados de la cabeza.

        Rompió a llorar de manera desconsolada.

        —Y yo que pensaba que no podías ser más débil —confesó el mayor de los dos hermanos recargado sobre el marco de la puerta.

        —Si sólo viniste a burlarte, puedes regresar por donde viniste. No necesito tu egoísta y antipático ser en mi presencia.

        Para todos era de lo más extraño escuchar al chico hablar de ese modo, para todos excepto para el de ojos color verde aqua, con quien —podría decirse,— discutía a diario.

        —Igual, ¿ya era hora, no? Jigoro no era más que un viejo fastidioso.

        —¡No te atrevas a hablar de él! Y, si no tienes nada mejor que hacer que verme llorando, lárgate a tu cuarto y déjame tranquilo.

        —Hm, bien —no dijo una sola palabra más, y dio media vuelta para ir a donde sea que tuviese ganas.
Era bien sabido por todos que el mayor de los Agatsuma carecía de un vínculo emocional con la persona que los había cuidado, criado y querido desde la muerte de sus padres.

        —¿Por qué?... ¿Por qué me dejaste solo?

¿Traición? [ZeniNezu].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora