Lalisa Manobal.
Jungkook me arrastra hasta su oficina y lanza la puerta fuertemente haciendo que resuene estruendosamente.
— ¡Suéltame! —le grito queriendo soltarme de su agarre— ¡Jungkook!
Jeon Jungkook, mi jefe con el que mantengo una aventura desde hace dos años, una aventura un poco tóxica en mi opinión, pero por más que intente dejarlo, no puedo, es un vicio. Siempre regreso a él.
Lo nuestro no es solo acostones, va mucho más allá del sexo. Apostaría a que ambos estamos enamorados uno del otro, pero lo nuestro es imposible, no solo por qué él sea mi jefe y yo su empleada, eso es lo de menos.
Tal vez si Jungkook no fuera el esposo de mi querida hermana. Lo nuestro no estaría destinado al fracaso.
Pero hace un mes no estamos juntos y nos evitamos a toda costa por más que duela.
Es lo mejor para los cuatro.
Es lo mejor para mí, para Jungkook, para mí hermana y para el bebé que viene en camino fruto del matrimonio de Jeon Jungkook y Minnie Jeon Manobal.
Me empuja hacia la pared y me acorrala con su cuerpo mientras alza su mano y empieza a apuntarme con su dedo.
— Te quedas quieta y te callas —su voz no es amable— De lo contrario voy a encargarme de castigarte y lo lamentaras Lalisa.
Una risa burlona sale de mí.
— Lo que sea que teníamos, nuestros "encuentros sexuales" como lo llamabas, se acabaron señor Jeon, usted tiene una esposa embarazada de la cuál cuidar, así que le agradeceré que me trate como una empleada más y en su defecto como una cuñada con la que no es cercano —mi voz sale gruesa y él me mira tensando su mandíbula.
Trato de irme pero solamente toma fuertemente mi brazo otra vez haciendo que chillé.
¡Joder! está vez si lo ha tomado muy fuerte.
— Te lo advierto, no juegues conmigo Manobal, no hagas un solo movimiento si no quieres que te folle duro hora mismo para que recuerdes quién es tu único dueño.
Su voz áspera me pone los pelos de punta.
— Puedo estar con quién quiera, al final tu tienes esposa así que yo puedo hacer lo que me dé la gana.
Se separa de mí echando humo y va hacia la puerta para ponerle seguro y yo me tenso.
— ¿Quién carajos era ese inútil con el que estabas hablando? —dice dándose vuelta para mirarme.
Maldito Jungkook.
— Un amigo —murmuro a lo que él solo deja escapar un suspiro molesto.
— ¡No mientas! ví la forma en la que te miraba y coqueteaba, ahora dime quién es ese cabron.
Me sobresalto al escuchar su tono fuerte pero optó por quedarme en silencio.
— Está bien, Lalisa, si quieres no digas nada pero atente a las consecuencias, siéntate en el escritorio —lo miro confundida ya que comienza a quitarse la camisa blanca y al ver sus pectorales una oleada de calor golpea a mi cuerpo Dios, tengo semanas sin tener sexo— Siéntate ¡ahora! —obedientemente me subo al escritorio y me siento en el viendo como Jungkook se acerca como un león cazando a su presa, mis muslos empiezan a cerrarse con anticipación.
No deberíamos estar haciendo esto. No otra vez.
Una última vez no hace daño, ¿cierto?
— Tranquila muñeca, solo haré que todos aquí sepan que eres mía amor, porque tú... —toma mi muslos con sus manos y empieza a acariciarlos mientras yo paso mis manos por alrededor de su cuello— eres solo mía, Lalisa, toda mía. No sé te ocurra querer dejarme, ya no lo vas a hacer Lisa, tú y yo...
Lo interrumpo dándole un beso en los labios que responde con la misma pasión.
Un ciclo que nunca acaba