CAPITULO 1

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3 de febrero de 2019

Dos cuerpos sudados, cama desordenada, respiraciones aceleradas después de otro orgasmo arrebatador, mentes embriagadas de tanto placer. Los corazones batieron casi en sincronía de tan rápidos, y Valentina todavía se sentía extasiada cuando hacía círculos aleatorios con las puntas de los dedos, en el brazo de Juliana cubierto por tatuajes, mientras la misma tenía la cara en su cuello, arrojó rufadas de aire caliente que hacían el cuerpo de la latina estremecerse.

Valentina sabía, no debería estar haciendo eso aquí, en su cama, la cama donde ella utiliza para dormir con su marido, pero ya es tarde, por tercera vez en la semana que estaba en la misma situación. Acostada en la cama, exhausta, después de haber cogido por toda la casa con la sexy chica de ojos cafés. Sinceramente ella ya había perdido la cuenta, nunca pensó que su libido pudiera ser tan grande al punto de tener sexo tantas veces al día. Pero allí estaba ella, con Juliana dentro de sí, tomando como ni siquiera su marido un día podría hacer.

Ah su marido... Luis Flores, el hombre con quien se casó hace 6 años, ahora sólo vivía viaja por trabajo. Podría culparle cuanto quisiera por su matrimonio sin gracia, pero ese no era y nunca sería un motivo plausible para justificar su traición, Valentía sabía que en realidad, sólo una persona podría ser la culpable por sus traiciones. Y que sólo era ella misma, por haberse dejado caer el encanto de los bellos ojos cafés jóvenes esa noche donde todo comenzó.

16 de enero de 2019

Valentina no lo podía creer, como su marido, el hombre con quien se había casado y había dedicado tantos años de su vida, simplemente no quería tener hijos con ella. "Mira Valentina, estoy atascado de trabajo, ¿crees que quiero un niño aburrido que se queje en mi oído? No insistas más con eso, yo no quiero hijos contigo, ni con nadie". Y esas fueron sus últimas palabras antes de hacer sus maletas y partir para otro de sus viajes de negocios. ¡Malditos viajes!

Podría no ser nada demasiado para cualquier otra persona, pero esas palabras gruesas y estúpidas de Luis eran lo que él realmente pensaba y todo lo demás rondaban la cabeza de Valentina. Es decir, ella era mujer, una mujer de 25 años para ser más exacta, ¿cómo no iba a tener hijos? ella que siempre soñó con niños rondando su casa, haciendo desorden, quien sabe hasta un perrito para alegrar aún más aquel lugar que era tan... vacío. Nunca pensó que su casa sería un lugar vacío. Pero lo era. Y como era. De unos 5 meses para aquí Luis sólo viajaba, y cuando volvía quedaba encerrado en aquella mierda de oficina. ¿Desde cuándo su vida se puso tan monótona? No había una buena follada ni siquiera, ni recordaba la última vez que llego a un orgasmo intensamente, todo porque su marido era un gran banano que ahora había dado una de evitar sexo, siempre con una excusa aquí, otra allí. No era que él fuera el rey de los orgasmos, pero era mejor que nada.

No quería, pero las lágrimas ya estaban bajando por su cara y dejando su visión borrosa, entonces decidió parar el coche. Gran error, fue como si el pecado la llamara. Al otro lado de la calle, un pub.

"¿Por qué no?" Valentina pensó después de limpiar las lágrimas. Beber una bebida no mataría a nadie, tanto tiempo que ella no hacía eso. Siempre evitaba salir con sus amigas, Soledad vivía diciendo lo tedioso que era su vida. Y bueno, ella tenía toda la razón. Valentina era el aburrimiento en persona. Se había alejado de la mayoría de sus amigos y ahora quien se alejaba de ella era su marido, como la vida es irónica, ni siquiera sus padres llamaban más con tanta frecuencia. Valentina se rio de sí misma al constatar que no le falta a nadie, realmente.

Salió del auto y atravesó la calle. Podría decir que se sentía extraña en aquel lugar, la última vez que pisó en un lugar parecido fue a más o menos un año atrás, en el aniversario de Sofía. Pero, aunque se sentía un pez fuera de agua, resolvió quedarse. Otro error. Valentina caminó hasta el bar más cercano y analizó las bebidas en el menú. Se sintió tan ridícula que casi se rio de sí misma de nuevo. Nunca experimentó esas bebidas, había olvidado que las únicas bebidas alcohólicas que tomó en la vida fueron vino y cerveza. Decidió tomar entonces un whisky. ¿Sería muy fuerte? No importaba, ella no pasaría de un vaso de cualquier forma.

MI ALUMNA MI AMANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora