Dia 1

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Tras dejarse atrapar por el FBI y haber pasado dos años encerrado, Will Graham al fin visita a Hannibal:

- Si estoy aquí es por ti, Will, ya lo sabes. Sabía que volverías.

Han pasado dos años y el recuerdo de lo que pudo haber sido golpea a los dos hombres. Hannibal mira a Will, apenas ha cambiado físicamente. Quizá sus ojos, sí, sus ojos transmiten seguridad.

- Dime - continúa Hannibal - ¿qué te ha hecho volver a mí?

Will calla. Hannibal sabe la respuesta a esa pregunta, tan sólo quiere oírla en voz alta. Su maldito ego.

- El caso.... - empieza a decir Will.

- Shh, sinceridad, Will. Empecemos de nuevo - se acerca al cristal que los separa -. ¿Por qué has vuelto?

Will mira más allá de Hannibal, sobre la mesa que le sirve de escritorio. Dibujos suyos lo cubren. Sonríe.

- ¿Quién soy esta vez, Hannibal? - hace un ligero movimiento con la cabeza, señalando la mesa -. He sido Céfiro, también Patroclo. ¿Y ahora, quién soy para ti?

Hannibal sonríe.

- Tú siempre lo eres todo. Las historias en mi corazón tienen tu nombre, y los personajes que revolotean entre las páginas de mis libros tienen toques de ti, a veces demasiado. ¿Por qué estás aquí, Will?

- Dejamos un asunto pendiente.

Hannibal arquea la ceja. Ese asunto, claro.

- Lo hicimos. ¿Has venido para saldarlo? - extiende sus brazos -. No sé de qué manera podríamos, estando aquí.

- Te metiste en mi cabeza, Hannibal. Te metiste y nunca has salido de ella. Por mucho que me obligue a concentrarme en otra cosa, regresas. Ni siquiera Molly....

- Así que se llama Molly. Pobre mujer - el rostro de Hannibal es impenetrable - siendo el segundo plato de un menú que no fue concebido para ella.

- Estoy aquí. Quiero... -Will apoya la mano sobre el cristal - quiero acabar lo que empezamos.

Hannibal aspira, llenándose de Will y lo que siente.

- Mi Palacio Mental es inmenso. Detallado, con cientos de habitaciones y, dentro de ellas, muchas más. Me atrevería a decir que en la gran mayoría de ellas estás presente, aunque nunca hayamos estado juntos en esos lugares. Paseamos, bebemos vino....

- ¿Føllamos? - pregunta Will, su frente ahora sobre el cristal.

- Siempre. Te he hecho el amor en la capilla de Florencia, en la cúspide de la Torre Eiffel, en las cuevas de mi querido barrio gitano de Granada. Estás tan.. - piensa la palabra - feliz, Will. Tan feliz que duele.

Hannibal se acerca, apoyada también su cabeza en el cristal. Ambos hombres anhelando juntarse y separados por esa fina transparencia. Se miran, ámbar y azul cielo, y vuelven a encontrarse tras tanto tiempo. Es el regreso al hogar.

- Podría haber sido feliz, podría...

- Todavía puedes, Will. Si quieres, claro está.

- Si este vidrio no estuviese... - Will se calla.

- Continúa - Hannibal cierra los ojos - ¿qué pasaría si no estuviese?

- Nunca te he visto desnudo, y mi imaginación es demasiado poderosa - Will también los cierra -. Pero ahora mismo te veo, te... siento. Joder, Hannibal, ¿por qué tuviste que dejarte atrapar?

Una lágrima cae por el rostro de Will y Hannibal se odia por no poder recogerla.

- No estaba seguro de que volviesemos a vernos, si no lo hubiera hecho. Fuiste tan.... claro, me causaste dolor. Dijiste...

- Sé lo que dije. Tenía miedo de lo que sentía. No quería sentirlo, lo hacía, y sólo se me ocurrió ser cruel.

- Cruel. Sí, fuiste cruel. ¿Qué sientes ahora, Will?

- Deseo. Paz.

- Estás hablando con un asesino en serie, caníbal, y lo que sientes es paz y deseo. ¿En qué te convierte eso?

Will sonríe, y no es una sonrisa triste. Su sonrisa brilla casi tanto como el sol.

- En un hombre.... enamorado, que acepta que lo está, y que sueña con ser correspondido aunque no lo merezca.

Hannibal suspira. No podría haber escuchado nada mejor. Todos los segundos que ha pasado en esta celda durante estos años han merecido la pena sólo para llegar a este momento.

- Mi amor por ti empezó el día que te conocí. Nunca murió, aquí dentro es lo que me ha mantenido firme en la tierra. Sí, Will, es mucho más que correspondido.

Will se pone serio. Hannibal mira sus labios.

- ¿Cómo te saco de aquí? - dice Will, sin voz, si acaso les están escuchando.

- ¿Cual sería el primer lugar que visitarías conmigo, si pudieses?

- Una cama. No necesito nada más que eso, Hannibal. A ti en ella.

Hannibal asiente, se está empezando a poner duro tras el mono de preso.

- Escúchame bien, Will. Todo animal tiene unas pautas, un... horario. Una conducta innata que repite constantemente, siendo en la monotonía donde encuentra su seguridad. Los humanos somos iguales, o al menos la gran mayoría. Aprende esas pautas - mira hacia la puerta de entrada - visitame a menudo y mira. Pronto darás con la forma.

Will sonríe. Aprenderá.

- Volveré mañana, Hannibal.

- ¿Puedo pedirte algo? - al ver la mirada curiosa de Will, continúa -. Prometeme que esta vez, te quedarás conmigo.

- Lo prometo. ¿Dónde más querría ir, ahora que al fin lo he aceptado?

- Te espero mañana. Piensa en mi, Will.

- Llevo dos años haciéndolo. Pronto, Hannibal, pronto.

Will se da media vuelta y Hannibal, por primera vez después de tanto tiempo, tiene esperanza.

- Gracias...

La palabra permanece en la celda de Hannibal, Will fuera ya sin haberla escuchado. Rebota entre las paredes y se mezcla con el olor de Will, siendo una combinación poderosa.

Cuba. Ahí iremos.

ConversacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora