Día 5

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#Hannigram

Conversaciones

Día 5

Cuando Will entra a la celda de Hannibal, una sonrisa se instala en su rostro. Está abierta, tal y como Chilton le ha dicho que estaría, y Hannibal atado de pie con una camisa de fuerza.

Él también sonríe, y su sonrisa le dice a Will que está sorprendido.

Hannibal sigue a Will con la mirada, no puede hacer más. Ve cómo se acerca hasta estar a pocos pasos. ¿Tiembla? Puede jurar que sí.

- Hannibal....

Will levanta su mano e instintivamente Hannibal cierra los ojos, esperando un contacto que desea desde hace demasiado. Will se detiene, sus dedos casi rozando la cara del hombre por el que lo ha dejado todo.

- Will, por favor - dice, sus ojos cerrados -. Yo no puedo hacerlo.

Cuando la mano de Will descansa en un lado de su cara, Hannibal respira, percatándose en ese momento que había dejado de hacerlo. Un murmullo más audible de lo que desea llena los oídos de Will, que responde del mismo modo.

- Echaba de menos ese olor - aspira - ese horrible aftershave que tengo registrado desde que te conocí.

Los dedos de Will, libres, recorren su rostro y el calor inunda a Hannibal atandolo al mundo. Los pómulos, la barbilla marcada, unas nuevas arrugas en la comisura de sus labios. Se detiene justo ahí y Hannibal abre los ojos.
Will llora. La emoción del toque, la certeza de reconocer un amor infructuosamente enterrado; las lágrimas caen por las mejillas de Will y Hannibal sabe que no ha visto nada más dulce que eso.

- Will. Háblame.

- Es demasiado. Estoy feliz, Hannibal.

Dientes afilados que se apoyan en su labio inferior, provocando que Will sonría en medio del agua salada.

- ¿Cómo...?

- Por los viejos tiempos - responde Will.

Chilton no ha opuesto demasiada resistencia a la hora de permitir que los dos puedan estar un tiempo físicamente juntos. El por qué Will lo sabe: en su despacho, el perturbado de Chilton no sólo les escucha, sino también les ve. Lo que en la intimidad hará con esas cintas Will prefiere omitirlo.

- Quiero tocarte. Necesito hacerlo - sigue hablando Will.

- Por favor.

Saboreando el momento Will abre sus brazos y envuelve a Hannibal en ellos. Éste se inclina levemente hacia adelante, imperceptible al estar atado. Es lo único que puede hacer paran acercarse al hombre amado. El abrazo de Will es el primero que le da por elección, consciente, y Hannibal lo registra en su Palacio Mental junto con cientos de recuerdos más. Junto con el aftershave, Will huele a cítricos, probablemente del champú, y también a algo dulce que Hannibal no puede descifrar del todo.

- Todos los días pensaba en este momento - le dice, al oído -. Cómo se sentirían tus brazos sobre mí, Will. Tus manos en mi cuerpo. Tus labios...

No acaba la frase, sus Ensoñaciones hechas realidad. Will se aparta y besa a Hannibal sujetando su cara con las dos manos, como si tuviese miedo de que fuera a desaparecer, a evaporarse. Pero lo que le ocurre a Will es que cree que está soñando y que de un momento a otro despertará en su Barca, dormido bajo las estrellas, y se maldecirá por no haber elegido a Hannibal sobre todo lo demás.

El beso es demasiado dulce, cauto, y Hannibal desea mucho más. Abre la boca lo suficiente para que su lengua roce la de Will, una clara invitación a recorrer esa parte de su cuerpo que ahora le pertenece. Y, lentamente, Will entra. Un lugar que debería ser nuevo, inhóspito, pero que se siente como el hogar. El sabor de Hannibal, el sabor de Will, los jadeos que salen a la par de los dos corazones y un calor mutuo que los consume a ambos.

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