Amigos

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La alacena de Wally quedaba vacía, y decidido se dirigió a con Howdy.

La tienda quedaba a sólo unos minutos caminando, entró y el gigante de cuatro brazos lo saludó caluroso, preguntando por la esparcida fiesta.

— ¿Que si planeo ir? Sí, ¿por qué no? No le he preguntado a Barnaby...

— Yo lo vi la otra vez, me dijo que te preguntaría a ti.

— Uhm, tal vez vaya hoy a mi casa— Se alzó de hombros, eligiendo entre tomates.

— ¿Y sobre la nueva vecina? ¿Es por eso la fiesta, cierto?

—... No la he visto.

— Eso es raro en ti. Le has dado la bienvenida a cada nuevo vecino que llega.

— He estado algo ocupado.

— ¿Con qué? — Wally se desesperó un poco, ¿por qué tanta pregunta?

— Con trabajo.

— Mira que no sé en qué trabaja cada uno de ustedes, este vecindario se ha de sostener en su propia economía.

— Tú tienes toda la economía.

De pronto la campanilla volvió a sonar, era Frank, que se abría paso con la misma seriedad de siempre.

— Oh, ¡hola Frank! — Saludaron al unísono. 

— Hola, vengo en busca de un chocolate. — Marchó decidido, llegando al área de dulcería.

— ¿Por qué tan determinado, hombre?

— Vengo de con Eddie, me dijo que se le antojaba algo dulce. — Dijo sin más detalles, sus mejillas se hacían aún más rojas (si es que eso era posible) cuando hablaba de él.

Wally se despreocupó, y continúo con las carnes que llevaría, escuchando nuevamente la campanilla, no tomó atención, siguió en lo suyo.

— ¡Ah, este es el que le gusta! — Frank estaba a punto de tomarlo, cuando una mano rosada se le adelantó.

—... ¡Disculpa! — Se apresuró, dejando libre camino al de moño.

Él lo tomó y registró a la chica de pies a cabeza, sonriéndole al final.

— No te preocupes, pero sí me importa. Soy Frank, Franklin. — Ofreció su mano, la fémina la miró sonriente y correspondió, sonriéndole.

— Soy Julie, Julie Joyful.

— Lindo nombre. — Ella agradeció, y continuaron hablando.

Por otro lado, Wally, oh, Wally, estaba hecho un manojo de nervios sonrojado y con los ojos abiertos, se dirigió rápidamente a la caja a pagar.

— ¿Será todo Wa...?

— No digas mi nombre — Susurró entre dientes, pasando su mano por su cuello rápidamente, como diciendo "corta"

Howdy se le quedó mirando, extrañado, pero asintió sin preguntar por más, tal vez no le caía bien la nueva vecina y no le apetecía que se conocieran.

Salió de ahí y casi llegó a su casa corriendo, cerró la puerta y se apresuró a acomodar todo, tenía mucha adrenalina en su interior.
Terminó cerrando el último cajón y por fin se dio el momento de respirar, tomó su corazón entre sus manos y ocultó su rostro en sus piernas.

— Oh, Dios. Eso se sintió... muy bien. — Suspiró, calmando sus pulmones — Creo que me gusta mucho verla. — Dijo al aire, riendo frenéticamente.

Se apegó a la pared y después de unas cuantas respiraciones estuvo tranquilo.
Acomodó su cabello, vanidoso y, sonriente, se dirigió a preparar un pequeño postre de manzana, aún un poco intranquilo.
Esperó la llamada de Joyful con cierta impaciencia, sería su penúltima llamada con ella y no podía esperar por el viernes, quería verla, dejar la fachada de hombre bienhechor y tranquilo y dejarle ver toda su hiperactividad, todo su amor, todo él. Pero por otro lado... ¿ella le correspondería? Era cierto que resentía un tipo de coqueteo por parte de ella, pero él sabía a qué se dedicaba, y le daba miedo aprovecharse de eso...

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