te agradezco

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si, tengo una familia perfecta, con padres perfectos, notas perfectas, una buena economía y yo propiamente soy una niña perfecta, en verdad muchas gracias por darte cuenta de ello, y gracias por hacerme abrir los ojos con respecto a ti, porque creí que eras diferente a todos los demás, que por lo menos te tomarías la  mínima molestia de conocerme y ver por tu propia cuenta si eso es real.

salir de esa fachada es como estar en el medio del mar, de noche, en una tormenta -empezamos aclarando que no se nadar-, es como estar en una lucha constante para no hundirse, tragando agua y pataleando desesperadamente, mientras gritas con la esperanza de que alguien te oiga, de que ocurra un milagro o te golpee la suerte y puedas salir de esa situación. Justo así me siento cuando todos me envuelven en la misma cajita de regalo y yo trato de mostrarles que no es así, pero con el tiempo me he cansado, y también me he dado cuenta de que no tengo por qué darle explicaciones a nadie, si realmente quieres conocerme, adelante, luego tendrás la libertad de opinar lo que desees, pero si en cambio, eres igual que el resto, pues que triste que seas así -aunque muy en el fondo agradezco que me veas de esa manera-.

es graciacioso ver cómo lo que empezó como algo para protegerme, se volvió en una venda que me impedía ver las cosas tal cual son, y duele saber que posteriormente se convirtió en mi viviendo adentro de una burbuja. No es gracioso, es realmente triste, saber que mi fachada se basa en la culpa que siento cada día de mi vida desde que tengo memoria, culpa por que los demás se enteren de algunas verdades y miedo de ser juzgada por ello. Lo que antes era mi salvación, hoy en día se volvió una condena, aunque he tratado de salir de allí, siento que el resto de las personas solo son como empujones que me llevarán a caer nuevamente en ese pozo.

Lamentos desesperados de un alma herida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora