Cap.14: Una carta anónima.

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Estaba Acenix encerrado en su habitación jugando lo que él llamaba "Carlos Duty". Cuando terminó la partida, recordó los deberes que tenía pendientes de la clase de filosofía.
Se apresuró a coger su mochila y sacar los cuadernos de filosofía y los puso sobre su escritorio.

-Hay que escribir una confesión de amor...- recordó Acenix.-Espera... ¿¡Había que enviarla!?

Acenix se sonrojó al recordar que había que enviar la carta de forma anónima a alguien.

-Esta es mi oportunidad...- pensó.- ¡Le escribiré una a Mike!

Se animó. Cogió el lápiz; no se le ocurrió nada. Lo afiló; seguía sin ideas.

-Vamos, Acenix.- se dijo a si mismo.- Déjate llevar...

Comenzó a escribir.

Ojos de color miel,
Que brillan en todo momento,
Ojos que miran fiel,
Ojos que yo siento.

Teniendo una sonrisa así,
¿Por qué no me la muestras a mí?
Tu amistad fue la que escogí,
¿Por qué no te escojo a ti?

Para otro papel en la vida,
Que hasta ahora nadie me ilumina.
Que seamos más que amigos,
Que seamos... lo que imagino.

Acenix soltó el lápiz y lo leyó para comprobar que no tenía faltas de ortografía. Había escrito el poema de carrerilla pero le había quedado perfecto, mostrando completamente sus sentimientos.
Guardó el papel en su carpeta de clase y por una vez, se sintió emocionado de entregar una tarea.

-¡Acenix!- llamaba Víctor desde la cocina.-¡Baja a cenar!
-¡Voy!- contestó Acenix.

Bajó hacia la cocina. Había paella para cenar, cosa que a Acenix le encantaba.
Pero, estaba concentrado en su pequeño romance, agitaba el tenedor de un lado a otro pensando en él.

-¡Acenix!- le llamó Víctor la atención.- Creía que te encantaba la paella.
-¡Y sí! ¡Claro que me gusta!- le dijo Acenix.
-Entonces... ¿Por qué no comes?- dijo Víctor extrañado.
-Esto... ¡Claro que como!- dijo Acenix llenando el tenedor y metiéndoselo en la boca.

Víctor lo notó extraño, pero decidió dejarlo pasar.

-¿Dónde está tu madre?- preguntó Acenix.
-Ella no vuelve hasta mañana.- respondió Víctor.- le ha tocado el turno de noche.

Acenix siguió comiendo rápidamente. Terminó el plato, lo recogió, y fue como una bala a su habitación. Debía revisar que el poema expresara del todo sus sentimientos.

-Este no me gusta.- dijo Acenix enfurecido.

Arrugó el papel y lo tiró en la papelera y
comenzó en la escritura de un nuevo poema:

Cuando el alma se colisiona,
Se sienten mariposas en el estómago,
Todos me dicen: "ahógalas",
Pero no veo en ello una respuesta.

Las flores crecen,
Como...

Acenix se quedó pensando en el poema. No le vio sentido. Agarró el papel de la papelera y decidió conformarse con eso.

AL DÍA SIGUIENTE

Acenix estaba preparando su mochila cuando recordó el poema. Se puso nervioso pero lo guardó y fue a desayunar. Estaba Víctor sentado en la mesa de la cocina mirando el móvil.

-Buenos días, Víctor.- saludó Acenix.
-Buenos días...- decía apagado.
-¿Qué pasa?- dijo Acenix notando su seriedad.-¿Estás bien?

Víctor seguía mirando el teléfono preocupado.

-Mamá no contesta.- respondió.- Dijo que volvería de madrugada pero ni siquiera me ha mandado mensajes.
-Espero que no haya pasado nada malo...- comprendió Acenix.

Acenix miró la hora y fue como un rayo hacia el instituto. Tocaba la primera clase: Matemáticas.

Los problemas de matemáticas empezaban a comerle el cerebro; las formulas que se había estudiado no le servían de nada en aquellos problemas. Lo resolvió como pudo y con suerte aprobó con un 8,5. Después, examen de química. Había memorizado las recetas y hasta las había comprendido algunas de ellas de manera en la que sería seguro agregar más ingredientes. Su examen salió bien y sacó un 9.
Por último, la tarea de filosofía, antes del recreo. Acenix sacó la hoja. La miraba ya no solo como una tarea, si no como algo más personal.

-Sacad vuestras poesías.- ordenó el maestro.

Todos sacaron sus papeles y empezaron a platicar sobre ellos con sus amigos, en cambio Acenix, no podía hablar con Mike ya que su poema iba hacia él.
Mike tampoco se levantó, eso hizo pensar a Acenix que se había enfadado de que lo ignorase todo el día.

-Ahora, tenéis que dejar el poema en la mesa de quién lo vaya a recibir, de forma anónima o escrita.- explicó el profesor.-Yo guardaré el secreto.

Acenix cogió su poema, lo leyó un par de veces y cuando Mike se fue de su mesa, se lo dejó encima.
Corrió de nuevo hacia su mesa para que no sospechase y se sentó. Al sentarse, notó como algo se arrugaba en su silla. Lo sacó y vio que era una carta. Leyó en su cabeza el poema que había escrito:

¿Quién lo diría?
Me sorprendes todos los días,
Esos ojos cuando me miran,
Son la razón de mi sonrisa.

Que ironía,
Que sea yo quién lo diga,
Pero ya hace tiempo que esto digo,
Ahora aprovecho y también lo escribo.

Es cobarde haberlo escrito,
¿Por qué razón no te lo he dicho?
Junto a ti no tengo derecho,
Es mejor sentirlo por dentro.

Tu forma de hablar es correcta,
Para mí es más que perfecta.
Algún día sabrás que te quiero,
Y que por ti yo muero.

Acenix quedó perplejo al leer el poema. Era hermoso y estaba perfectamente redactado, no conocía a nadie con esa capacidad. A la vez, se sentía mal por esa persona que se lo escribiera, ya que sus sentimientos no iban a ser correspondidos; ya estaba enamorado.
Recordó que le había dejado a Mike una nota. Miró al pupitre de Mike y vio como cogía la nota y la guardaba en su bolsillo.

-¿Le habrá molestado?- pensó Acenix preocupado.

El profesor comprobó que ya todos estaban sentados para anunciar algo más:

-Si no habéis recibido ninguno no pasa nada.- dijo el profesor.- Todos somos especiales, no lo olvidéis.

Típico del profesor de filosofía.

En el recreo, Acenix estaba a punto de ir a dar con Mike cuando recordó que podría estar enfadado con él, y decidió dejarlo solo.
Pero, Mike apareció por detrás tocándole el hombro.

-¡Ah!- se asustó Acenix.
-Hola...- decía Mike entristecido.
-Ho-hola.-saludó Acenix recuperándose del susto.

Mike se acercó a Acenix.

-¿Estás enfadado conmigo?-decía Mike fríamente.
-No...- respondió Acenix dándose cuenta.- De hecho, pensaba que tú te enfadaste conmigo.

Los dos se miraron. No tardaron en echarse a reír sabiendo lo imbéciles que eran de haber pensado eso.

-¿Y porque me iba a enfadar contigo?- dijo Mike entre risas.- Si no has hecho nada.
-Es que...- Acenix inventó una excusa.- No te pude saludar y pase de ti esta mañana, pensaba que era por eso.

Mike se seguía riendo. Parecía ser muy feliz pasando tiempo junto Acenix.

Terminaron las clases y esta vez se esperaron antes de salir. Platicaron todo el camino pero...
Mike se colapsó.

✨CONOCÍ OTRA ARMA✨ 💛Mikenix💚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora