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—Oye, cariño. ¿Te estás preparando para hacer otro tiktok?—. Lisa preguntó cuando entró al dormitorio y te encontró configurando tu teléfono para grabar otro video.

–Sí.

—¿De qué se trata este?—. Se preguntó mientras se quitaba la sudadera con capucha, tirándola al suelo pero fuera de la vista de la cámara.

—¿Por qué no te sientas en la cama? Observa y verás—. Dijiste y la miraste con una sonrisa en los labios.

No pudo evitar fruncir el ceño con curiosidad mientras se preguntaba qué tienes bajo la manga.

TikTok se ha convertido en un gran pasatiempo para ti.

Te encanta hacer videos allí.

Se ha convertido en un lindo pasatiempo para ti.

La mayoría de tus videos son bromas inocentes que le hiciste a Lisa o videos divertidos que hiciste por tu cuenta.

Pero hoy, estás haciendo un video que no es tan inocente, uno que has querido hacer desde hace bastante tiempo.

Lisa se sentó en la cama como le dijiste y te vio presionar el botón de grabar antes de que la música comenzara a sonar.

Sus ojos se abrieron como platos cuando escuchó la letra y te vio comenzar el desafío que ha estado dando vueltas.

Te vio hacer la parte de la patada antes de caer al suelo y tan pronto como vio que empezabas a mover el trasero, intervino protectoramente.

Ella te levantó y te envolvió en sus brazos mientras reías y tratabas de recuperar el aliento.

—Está bien, no, ¡Es suficiente!—. Habló protectoramente mientras te abrazaba con fuerza. —Tú no puedes hacer eso.

Te reíste mientras ella miraba directamente a la cámara.

—¡Sé que muchos de ustedes quieren ver a mi chica hacer eso, pero no va a suceder!—. Le dijo a la cámara, a los que luego verían lo que subirías.

—Lili, fue solo un challenge—. Te reíste. —No es gran cosa.

—Sé que eso es lo que piensas, pero eres tan sexy, pequeña. La gente sería inapropiada al respecto. No permitiré que eso suceda—. Dijo mientras besaba tu mejilla. —Además, eres mi chica. Nadie puede verte hacer eso excepto yo.

Giraste la cara para mirarla con una sonrisa, amando este lado de ella que sacaste a relucir.

—Quiero decir, si quieres hacerlo, está bien para mí, pero solo para mis ojos—. Ella sonrió y no pudiste evitar reír en respuesta, haciendo que su sonrisa se convirtiera en una risa.

Sus labios rozaron suavemente tu cuello mientras continuaba abrazándote.

—¿Sí? Tal vez lo haga—. Le devolviste la sonrisa antes de inclinarte y darle un beso dulce y tranquilizador mientras ella sonreía contra tus labios, esperando que lo dijeras en serio.

Lisa Imaginas - Libro dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora