Lisa Imaginas - Libro dos

Te caes por las escaleras y rompes algo importante para ella

Abrazaste a Lisa por detrás mientras la veías cocinar la comida que estaban a punto de compartir esta noche.

Es una noche libre y ella quería hacer algo especial para ustedes dos y, en lugar de pasar otra noche pidiendo comida para llevar o hacerte cocinar, decidió hacer la comida de esta noche.

—Se ve y huele muy bien. No puedo esperar para comerlo—. Dijiste mientras tu boca se hacía agua por lo bien que se veía la comida.

—Gracias, mi amor—. Habló felizmente. —¿Puedes hacerme un favor rápido? Mi teléfono está en el piso de arriba, pero ya debería haberse cargado. ¿Puedes agarrarlo por mí? Quiero asegurarme de seguir esta receta perfectamente.

—Por supuesto—. Dijiste antes de besar su mejilla. —Pero no te preocupes, cariño. Estoy seguro de que va a quedar perfecta.

Ella sonrió de oreja a oreja cuando saliste de la habitación y subiste las escaleras para agarrarle su teléfono.

Murmuraste para ti misma cuando llegaste al dormitorio.

Al ir a su mesita de noche, desconectaste su teléfono del cargador y viste que estaba en cien por ciento.

Saliste de la habitación y comenzaste a caminar por las escaleras cuando de repente tropezaste.

Caíste unos cuantos escalones y aterrizaste con un ruido sordo en el piso.

Te encontraste con dolor instantáneo en el tobillo y dejaste escapar un grito por lo intenso que era.

Lisa apagó la estufa y dejó caer todo mientras se apresuraba hacia ti.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó?—. Preguntó mientras se arrodillaba en el suelo.

Echando un vistazo a tu tobillo, ella sabía que tenía debía estar roto.

Pero eso no fue lo único.

Vió su teléfono en el piso al lado de tu pierna y notó que la pantalla estaba destrozada.

—¡Oh, no!—. Ella gimió. —¡No puede ser, está roto!

—También lo esta mi tobillo—. Dijiste mientras tratabas de quitar las lágrimas que se reunieron en tus ojos por el dolor.

—¿Cómo pudiste hacer esto? ¡Eres tan torpe!—. Dijo enojada. —¡Ahora mi teléfono está arruinado!

Te burlaste de ella, incapaz de creer que estaba más preocupada por su teléfono roto en que por tu tobillo.

—¿Hablas enserio, Lisa? Tengo un dolor grave en este momento y todo lo que puedes pensar es en tu estúpido teléfono?—. Preguntaste, casi gritándole.

No querías, pero estabas enojada por el hecho de que ella se enojara por algo equivocado y también porque tenías una gran cantidad de dolor.

—Que te jodan. Yo misma me llevaré al hospital—. Dijiste mientras intentabas levantarte.

Sin embargo, Lisa ya no estaba enojada.

Se dió cuenta de que su error y que estaba siendo tonta por estar tan molesta por algo que podría ser reemplazado fácilmente.

Sin embargo, tu tobillo era una historia diferente y eso le importaba mucho más que su teléfono.

—Lo siento, cariño. No sé lo que estaba pensando—. Dijo mientras sacudía la cabeza. —Soy un idiota.

—¡Lo eres!

Ella se rió mientras asentía con la cabeza de acuerdo.

—Lo sé. Lo siento mucho por gritarte y por enojarme por mi teléfono. Puedo reemplazarlo muy fácilmente. Tú eres mucho más importante que eso.

—No se sintió así hace un minuto.

—Lo siento mucho, cariño. Por favor, perdóname—. Ella suplicó. —Déjame llevarte al hospital, ¿de acuerdo? Te compensaré todo más tarde, solo déjame cuidarte ahora y conseguirte ayuda.

—Bien—. Estuviste de acuerdo.

Ella te ayudó a ponerte de pie y su corazón se hizo añicos por los sonidos que salieron de tus labios por el intenso dolor.

Ella dejó de ayudarte a caminar a mitad de camino y, en cambio, te subió a su espalda.

Te llevó al auto y te ayudó a entrar antes de acomodarse ella en el asiento del conductor y se apresurarse a la sala de emergencias, con la esperanza de que te sientas mucho mejor en poco tiempo.

Y también con la esperanza de poder compensar lo que sucedió porque le importas más que cualquier otra cosa para ella y ella necesitaba que lo supieras.