𝟎𝟒

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𝐢𝐯𝐚𝐧𝐧𝐚

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𝐢𝐯𝐚𝐧𝐧𝐚

Después de ese breve intercambio de mensajes con mí hermana la loca, me di cuenta justamente de que tendría que estar tres horas y media metida en un auto con alguien que apenas conocía. Al pensar en lo incómodo que podía tornarse, me arrepentí un poco de mí decisión apresurada. Por ahí lo tendría que haber pensado un poco más.

-¿Lista?- La voz de Lisandro me sacó del trance. Yo lo vi venir hasta mí, ya bañado, perfumado y con la ropa de entrenamiento de el club. Bueno listo, ya no tenía escapatoria, lo hecho, hecho está.

-Ehh... Si, lista- Le sonreí y los dos salimos del estadio rumbo al estacionamiento justo. Después de acceder a su pedido, acordamos encontrarnos en veinte minutos en una de las puertas laterales del establecimiento. Él tenía que bañarse y yo tenía que juntar todas mis pertenencias que siempre dejaba en el sector de prensa. En el estacionamiento lo seguí a él, que me guió hasta su auto, que cómo me esperaba, era uno de alta gama. Él enseguida me abrió la puerta del acompañante, y yo antes de ingresar al vehículo le agradecí el gesto. Una vez adentro, Lisandro arrancó el auto y ahí mí cabeza empezó a maquinar a mil por hora, buscando algún tema de conversación antes de que el silencio se torne incómodo.

-¿Estás cansada?- Preguntó al verme apoyar la cabeza en el respaldo del asiento.

-Re... Siempre me quedan doliendo las piernas- Me sinceré y después me acordé que estaba hablando con alguien que había corrido por noventa minutos seguidos- Igual más que a vos seguro que no- Me giré para mirarlo y en su cara se dibujó una sonrisita.

-Por ahora estoy bien, en un rato arrancan los dolores...- Él estaba muy concentrado en la calle y el tránsito, y su ceño estaba ligeramente fruncido.

-Igual todavía no entiendo que haces manejando, ¿Por qué no viniste en avión como el resto?- Pregunté y él se tardó unos segundos en contestarme dado que estaba haciendo una maniobra que requería el cien por ciento de su atención.

-Vine a ver al Cuti, cenamos anoche- Yo asentí, sabía lo bien que se llevaban él y el cordobés- Vos lo conoces, ¿No?- Yo solté una risita.

-Demasiado lo conozco- Lisandro frenó el auto por la luz roja del semáforo y aprovechó esos segundos para mirarme entre pícaro y sorprendido, y ahí fue cuando me di cuenta que lo que acababa de decir se podía malinterpretar- Bue, cómo sos... De amistad estoy hablando- Mí aclaración lo hizo reír.

𝙍𝙚𝙙 𝘿𝙚𝙫𝙞𝙡   • 𝘭𝘪𝘤𝘩𝘢 𝘮𝘢𝘳𝘵𝘪𝘯𝘦𝘻 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora