El conejito x el corderito

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Mu, el caballero dorado de Aries había sido llamado por Saori a la Mansión Kido y había abandonado su puesto en el Santuario para poder responder el llamado de la reencarnación de la diosa Atena.

Una cálida mañana de abril tocó el timbre de la mansión y fue recibido por Tatsumi que le informó con voz seca que la señorita Saori se encontraba desayunando con los caballeros de bronce.

Al acercarse a la cocina escuchó el griterío de Seiya luchando con Shiryu por un plato de cereales y la voz de Saori y Hyoga intentando detenerlos.

-Buenos días - saludó

-¡Mu! Hola... ¿cómo estás? - lo saludó Shiryu enseguida

De todos los Santos de Bronce era Shiryu el que más tratos había tenido con Mu y con el que tenía algo que podía llamarse amistad.

-Bien. Gracias.

-Mu, me alegro de verte - saludó Hyoga

-Que bueno que ya estés aquí, Mu. Siéntate a desayunar y luego conversaremos - dijo Saori.

En ese momento, una figura entró vistiendo ropas deportivas y se sentó con rapidez en una silla antes de notar que había un invitado.

-Hola, Mu. ¿Cómo estás?

La voz había provenido del pequeño caballero de Andrómeda que acababa de terminar con sus ejercicios diarios.

Mu observó con rapidez a Shun y le sonrió antes de contestar.

-Muy bien, gracias. ¿Tu hermano?

Shun hizo un gesto de ignorancia.

-No tengo ni idea... lleva semanas sin darse una vuelta - respondió Shun

-Lo siento.

-Ya me he acostumbrado - Shun sonrió a Mu y para el caballero de Aries el resto de los presentes no existió en ese momento.

Después del desayuno, Saori y Mu se encerraron en el despacho de la primera y el caballero de Aries se enteró de lo que quería su diosa. Ya que después de tantos combates las armaduras de los caballeros estaban muy dañadas quería que Mu las reparara como lo había hecho anteriormente.

Mu le contestó que le llevaría un cierto tiempo hacerlo y Atena le pidió que se quedara en la mansión durante todo el tiempo que fuera necesario, que sería un placer tenerlo allí. El caballero dorado asintió y junto a Saori abandonaron el despacho para informar de su estadía a todos los caballeros.

El caballero de Aries muy pronto se acostumbró a estar en esa gran mansión y a convivir con los caballeros de bronce, descubriendo los defectos y las virtudes de cada uno de ellos.

Así descubrió que Shiryu era sin lugar a dudas la mente racional del grupo, el encargado de mantener la sensatez y la cordura cuando todos se enloquecían. Sin embargo, eso no impedía que se peleara con Seiya, especialmente por lo que se refería a la comida y a la playstation.

También descubrió que Hyoga era el más frío de los caballeros de bronce y pasaba mucho tiempo en silencio o hablando muy poco durante los almuerzos. Cada cierto tiempo, pudo notar que los ojos de Hyoga solían llenarse de tristeza, sin duda recordando a su madre. Hyoga solía pasar bastante tiempo con Shun y sin lugar a dudas eran muy amigos, era el pequeño peliverde el único capaz de sacar a Hyoga de su mutismo y de hacerlo sonreír

Seiya por su parte era impulsivo, lleno de energía y en algunos momentos podía ser verdaderamente insoportable si se lo proponía. Pero también era muy bondadoso y solía pasar horas ayudando en el orfanato de la Fundación.

Por otra parte, Shun era sin lugar a dudas el pequeño del grupo. Todos lo mimaban y consentían deleitándose al verlo sonreír de felicidad como un niño. Esos ojos verdes como jades tenían miles de brillos y Mu comprendió que si usara todos sus encantos para seducir a alguien sería irresistible. Shun en cambio no era así, utilizaba sus dotes de manera inconciente y él mismo muy pronto era uno más de la casa que se moría por complacerlo. Por más que Mu pensó y pensó no pudo encontrarle un solo defecto al caballero de Andrómeda sino que lo consideraba perfecto.

Shun de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora