◤Trabajo◢

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No existe tal cosa como el sueño.
Para Mika Shimotsuki, los párpados pesados y los grandes bostezos no eran más que una ilusión.

Primero porque ella no dormía sin terminar lo que inició. Segundo, porque ella dueña de su cuerpo. Y tercero...

Básicamente lo consideraba una broma pesada producto de su mente para desviarla de su principal objetivo:

Acabar el informe que tenía pendiente.

La castaña le dió un sorbo a su quinta taza de café de la noche, entornó los ojos enfocando su visión borrosa en la computadora.
Su IA apareció, de repente, para avisarle que pasó su hora de dormir, ella simplemente lo agarró y lo lanzó sacándolo de su vista. Masajeó su sien, luego parpadeó y volvió a teclear.

Para ella, el cansancio no existía.
Al menos, no existía a las dos de la madrugada en la oficina de la mujer más terca del mundo.

Pero desafortunadamente había cruzado el límite de libertad. Su esposo se había percatado de aquello y era momento de ponerle fin.

Aunque eso signifique sufrir una mano de llave por parte de tu esposa que sabe de defensa personal.

• • •


Ginoza observó el resquicio de luz que se filtraba por debajo de la puerta. En un principio no quiso admitir que estaba preocupado. Mika no era de padecer insomnio, más una molesta sensación.

"La hora de dormir ha sido descartada ¿Desea recuperar el antiguo horario?" Era la IA ayudante de Ginrei, un perrito husky llamado Robin.

Apareció de la nada y comenzó a zumbar alrededor de su cabeza, como si su propia mente le impidiese descansar hasta asegurarse de que ella estuviera bien.

Y conociendo a su esposa...claramente no lo estaba.

"Ginoza-san."

—De acuerdo, Robin. Restaura el antiguo horario y duerme nuevamente a Ginrei por si llega a despertar.

"¡Como ordene!"

Y desapareció.
Por fin, ya rendido por la IA de su bebé, abandonó la cama y caminó descalzo por los pasillos oscuros de su departamento.

Al llegar a la oficina, abrió despacio la puerta y al observar lo que tenía enfrente, una sonrisa enternecida afloró entre la comisura de sus labios. Vió a su esposa, con los brazos cruzados sobre el teclado y la cabeza oculta entre estos. Su respiración acompasada era el único sonido claro en la estancia, sólo rota por pequeños intervalos en los cuales surgían tiernos y leves ronquidos.

—"Terca, pero tierna al dormir."—pensó lanzando una risita inaudible.

Se acercó al escritorio y apagó la computadora con suavidad no sin antes guardar los datos. Con cuidado, envolvió a su esposa cariñosamente y, sin mayor esfuerzo, la cargó entre sus brazos con la intención de conducirla de regreso a la cama de ambos.

Mientras la tapaba con las sábanas, Mika pareció recuperar parte de la consciencia, porque empezó murmurar algo entre sueños, forcejeando por incorporarse y volver a la computadora.

Pero Ginoza no se le dejaría pasar esta vez.

—¿Nobuchika?

—¿Sí?

—El...el trabajo...tengo que...

—No.

—Pero..

—No.

—Por favor....es importante..

—No caeré en ese truco de nuevo.

—Solo un poco...un poco más...

—Eso dijiste hace dos horas.

—....¿Ni un minuto más?

—A la cama, jefa.

Y finalmente Mika Shimotsuki dejó de luchar. Con un mohín más propio de un niño que de un adulto, recostó su cabeza en la almohada y Ginoza la volvió a tapar con las sábanas.

Por un momento creyó que en cualquier momento se volvería a levantar, pero desechó la idea al escuchar la respiración de Mika cada vez más lenta, su cuerpo ya relajado y los ronquidos, que volvían a llenar el silencio. 

Finalmente su esposa cayó en un profundo y merecido sueño.

Ginoza sonrió satisfecho dejando salir un suspiro aliviado. La vió unos segundos antes de acariciar su cabello castaño y depositarle un beso en la frente.

Por fin podría dormir tranquilo.

—"Descansa Mika." 

𝙾𝚗𝚎-𝚜𝚑𝚘𝚝𝚜 ⸙ SʜɪɴᴋᴀɴᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora