El tiempo.
Esa astuta sanguijuela siempre lo molestaba cada que quería, haciéndolo criar a un niño sin su madre y viéndolo crecer con las fotografías que tenía de esta.
Ese cabrón le hizo conocer a su yerna tan rápido que ya las canas empezaban a saludar a los vecinos y a los animales de cuatro y dos patas.
Esa sabandija hizo que su cuerpo se encorvara cuando había llegado a cierta edad y unos pequeños diablillos llamados nietos empezaban a molestarlo.
Como en ese momento, en el cual se encontraba sentado en una vieja mecedora con vista al gran patio de la casa de su hijo.
– Dejen a este pobre anciano infeliz mecerse con tranquilidad – Dijo haciendo un movimiento con su mano para que las pulguitas se alejaran, lo cual hicieron mientras reían.
Los miró marcharse y suspiró pesadamente.
El tiempo le había dado casi 70 años de un buen golpe que ni siquiera notó.
Estaba cansado, solo quería dormir tranquilamente.
La muerte de su Emma es y siempre será un hecho doloroso el cual fue difícil de superar.
Siempre recordaba el momento cuando la vio por primera vez y el momento en el cual la vio partir.
Ambos igualmente de fuertes para el ahora peliblanco.
El tiempo siempre se aseguraba que la recordara con el sonar de cada reloj cerca de él.
Y no podía retener sus ganas de llorar cuando eso sucedía.
Venga, no pueden culpar a ese pobre hombre de llorar por la muerte del amor de su vida, al fin y al cabo, era la luz en su corazón.
El tiempo nunca lo quiso, de eso estaba seguro. Odiaba con toda su alma cuando llegaba y aceleraba todo a su alrededor y se llevaba con él sus años de juventud.
Miró como sus nietos jugaban con su hijo y su yerna.
Era una escena preciosa que deseaba ver con Emma.
A ella le hubiera encantado ver aquello desde un viejo sillón y con una humeante taza de café.
Su cuerpo empezó a sentirse débil de pronto, sus parpados pesaban y su corazón latía tan lento como si su gasolina se estuviera terminando.
Una lagrima se deslizó por sus arrugadas mejillas cuando escuchó ese viejo y conocido sonido del tic tac.
El tiempo había llegado por él.
Dejó caer su cabeza al espaldar de la mecedora con pesadez, reviviendo en unos segundos toda su vida.
Que trágica película de amor fue su vida.
Una barata película de romance con buena trama.
Eso fue su vida.
Sonrió una última vez cuando volvió a recordar a su esposa. Su linda y delicada Emma.
La suave brisa primaveral acarició su rostro arrugado mientras miraba por última vez a su familia.
Por primera vez en su vida estaba listo para que el tiempo avanzara como debía hacerlo.
El tic tac en su cabeza dejó de sonar de apoco mientras Aysel cerraba sus ojos y se dejaba llevar, para descansar en los brazos de Morfeo por toda la eternidad.
El tiempo los juntó de forma inesperada y de la misma forma los fue a separar. Y así mismo los volvió a unir en otra vida igual de rápida y dramática.
Tal vez el tiempo si era una sanguijuela mal hecha que no los quería juntos, ni esta, ni en ninguna otra vida.
El tiempo solo quería divertirse corriendo a su alrededor de una forma poco empática.
El tiempo.
Maldito ladrón y chistoso mal pagado.
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Tempo
RomanceEllos eran felices, pero el tiempo quería divertirse jugando a su alrededor siendo una sanguijuela infernal y cero empática. Historia corta totalmente de mi autoría Iniciada: 21/04/23 Finalizada: 21/04/23