Mi padre siempre me dijo que era un niño muy especial... porque mi presentación como Alfa u Omega se daría solamente cuando estuviera frente a mi pareja Destinada, porque así había sido con él y mi padre...
Jamás pensé que se daría de esta forma y...
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La pareja estaba bastante cómoda en aquel sofá que se había convertido en el favorito de Park Jimin. Era grande, suave y muy cómodo apropiado para pasar horas ahí solo acurrucado para ver la TV o simplemente dormir en compañía del Alfa.
Su cabeza descansaba en el regazo del mayor quien hacia zaping en la TV. Hacía media hora que se había ido Sue, la niñera que ayudaba a Jimin a ver a los cachorros cuando él estaba en casa ya que la mayor parte del tiempo pasaban en casa de los abuelos mientras los papis trabajaban.
En poco tiempo Jimin comenzaría su gira mundial y Yoongi había pedido permiso para viajar con él. Quería ser participe de ese gran evento en el que su omega sería en centro de atención.
Removía con suavidad y parsimonia los cabellos castaños de Jimin quien mantenía sus ojos cerrados ante el delicado toque.
—Mmm tus manos son tan suaves como las patitas de un gato. —Murmuró somnoliento.
Yoongi soltó una risita nasal sin despegar la vista de la TV donde finalmente había optado por ver algo en el Netflix.
—¿Me estas llamando gato? —Arrugó el ceño mirándolo a él finalmente deteniéndo las caricias.
Eso hizo que el menor pusiera mala cara y formara un puchero con sus labios jalando de nuevo la mano de Yoongi y poniéndola sobre su cabeza.
—Lo eres Yoonie, eres un gatito tierno y bonito que no me aburriría de mimar.
Yoongi esta vez río con más expresividad dejando de lado el control remoto y tomando a Jimin de la cintura, lo levanto fácilmente e hizo que este quedara sentado sobre su regazo. Le miró por largo rato. Yoongi aún solía quedarse embobado mirando o más bien admirando la belleza de su omega. De facciones finas, labios gruesos y mejillas abultadas. Sus ojos miel eran lo más bello que haya visto jamás y brillaban cual estrellas pero lo que más amaba Yoongi era que brillaban para él y sólo él.
—¿Qué miras Yoon?
El mayor sonrió un poco, también amaba esa curiosidad innata de Jimin que salía a relucir cada vez que se le quedaba mirando de más o simplemente se quedaba en silencio ante su presencia. Lo cierto era que Yoongi amaba verlo a lo lejos haciendo cualquier cosa.
Lo apreciaba, cada movimiento, cada detalle del omega, cada cosa que el joven omega hiciera con gracia y familiaridad. Para Yoongi era como ver una hermosa representación literaria puesta en escena, Shakespeare se quedaría corto porque Jimin y su grácil porte y presencia opacaba todo.
Suspiró enamorado, quizá más enamorado que ayer y dejó un beso sobre su frente.
—Te amo. —Dijo de repente.
Las mejillas de Jimin rápidamente se tiñeron de rojo haciendo su corazón palpitar como loco por todo su pecho, que supo disimular uniendo sus labios en un sutil roce que les recorrió hasta la columna vertebral. El menor abrió sus labios invitando a Yoongi a invadir su boca a usurpar ese lugar y el pelinegro no se demoró en entrar enredando su lengua con la contraria, acallando los suspiros con cada beso dado con desenfreno, como la sonata de una canción desesperada interpretada por ambos. Ahogando sus jadeos con cada chasquido provocado con los besos.
