Day 5: Grief.

102 6 2
                                    

27 / 09 / 2003

El cielo otoñal iluminaba Nápoles con un manto azul opaco con ciertos toques de gris, aquellos colores combinaban muy bien con el naranja de las hojas en los árboles y el tenue sol.

Las mañanas ya no eran brillantes y calurosas como en primavera o verano, el sol se ocultaba la mayor parte del día detrás de las nubes, asomándose por momentos y dando un poco de su calor a todos los ciudadanos, tanto a los que caminaban por las calles como a los que descasaban sobre su suave tierra.

Nápoles no era la tierra natal de Bruno Bucciarati, pero sí la elegida por sus compañeros para que fuese su lugar de descanso. Aquellos mismos compañeros que le visitaban sin falta en el que fue su día de nacimiento.

— No parece haber mucha gente esta vez —.

— Estamos acercándonos a octubre, el clima ha comenzado a enfriar, en especial por las tardes —.

Mista asintió ante la respuesta de Giorno dándole la razón, después de todo ellos mismos llevaban un abrigo por encima de su ropa de costumbre.

Mientras el chico de gorro hacía sus cavilaciones mentales, el rubio se agachaba para colocar un ramo de plumerias frente a la tumba por la que estaban allí.

— El viejo florista fue muy amable al regalárnoslas — Comentó Mista. — Es increíble que aún se sienta en deuda aunque no le hayamos dado la respuesta que quería —.

— Muchas personas aún se sienten en deuda con Bucciarati y quizás siempre lo sientan así —.

Mista tuvo que volver a darle la razón a Giorno, pues ellos dos eran parte de ese gran número de personas que siempre se sentirían en deuda con Bruno Bucciarati. Ese pensamiento le hizo recordar el día del funeral del hombre.

Más de dos años habían pasado desde la muerte definitiva del hombre en Roma y aunque su cuerpo no estaba en las mejores condiciones, no fueron capaces de dejarlo allí, así que lo tomaron junto a los cuerpos de Narancia y el cuerpo humano de Polnareff para volver todos juntos a Nápoles. Sus amigos merecían un entierro digno.

Al desconocer información personal de Bucciarati, se decidió que el funeral fuese en Nápoles, aunque la verdad era que todos estaban demasiado afectados por su perdida y eran incapaces de concentrarse. Cuando la noticia llegó a las calles, el barrio donde estaba aquel restaurante donde solían reunirse quedó devastado.

La noticia había sacudido al bajo mundo de Nápoles.

Una gran cantidad de personas se presentó en la iglesia para llorar su pérdida y presentar sus respetos y su agradecimiento con el hombre que en más de una ocasión les había ayudado y que pese a pertenecer a una organización criminal se encargaba de su seguridad y protección. Las personas que asistieron fueron tantas que llenaron la iglesia entera y muchas más tuvieron que rezar desde afuera.

Aquel 8 de abril fue realmente triste, se quedó en las memorias de todos los asistentes y de todos los que tuvieron la dicha de conocer al hombre.

Mista sonrió con tristeza al recordarlo, pues aunque ya habían pasado dos años seguía sintiéndose tan mal como en ese entonces y sabía que Giorno se sentía igual.

Solían visitar el cementerio con regularidad, pues habían sepultado a Narancia justo al lado y días después se las arreglaron para llevar a Abbacchio con ellos, así que al visitar en fechas especiales a uno terminaban visitándolos a todos, pero así estaba bien.

Era gratificante saber que de alguna forma estaban descansando juntos, hacía que la pena disminuyera un poco. Sin embargo era solo un poco.

— ¿Crees que le gusten las flores? — Se escuchó una pregunta de parte de Giorno.

Los ojos de Guido Mista se dirigieron hacia Giorno Giovanna, cuyos ojos no se habían apartado de la lápida. La verdad era que no estaba seguro sobre qué responderle.

Durante todo el tiempo que trabajó para Bucciarati, nunca le preguntó su tipo de flor favorita, no hubo oportunidad de que un tema así se presentara y eso era algo deprimente, pues le hubiera gustado conocer ese tipo de detalles. A ambos les hubiera gustado conocer más del hombre al que le debían tanto, pero la realidad era que no sabían mucho.

Sin embargo... Al mismo tiempo sentía que le conocieron muy bien, conocían qué tipo de persona era y cuáles eran sus convicciones. Sí le conocían bien.

— Apuesto que le hubieran encantado — Una sonrisa adornó su rostro al responder, completamente seguro de sus palabras.

Los ojos de Giorno se dirigieron al cielo, donde pudo vislumbra una nube dorada sobresaliendo del resto de nubes grises, dándole vida al cielo.

La habilidad de otorgar vida le pertenecía a su stand, sin embargo sentía que Bruno Bucciarati les había dado vida a ellos.

Y quizás fuera así, pues ambos sabían que sin él no estarían donde estaban ahora. Sin él no habrían podido tener la vida que tenían ahora, donde estaban juntos para vivir su día a día.

El dolor probablemente nunca se iría, pero el recuerdo de él y de sus camaradas y amigos tampoco desaparecería nunca.






★☆★☆★☆★☆★☆★☆★

Me hice daño a mi misma con este OS :'v Pensar en el final de Bruno, Narancia y Abbacchio sigue siendo doloroso u.u
Espero que les haya gustado, sientanse libres de comentar o preguntar cualquier duda.

GioMis Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora