Day 4: Fear.

111 9 3
                                    

Desde que Giorno Giovanna descubrió que poseía una habilidad misteriosa que le permitía otorgarle vida a las cosas y crear seres vivos, dejó de tener miedo. Desconocía a qué se debía ese extraño poder, pero desde la primera vez que vio el rostro del ente que se la otorgaba, dejó de temer.

Muchas cosas habían pasado desde su primer encuentro con Gold Experience incluso ahora ese ente había cambiado y se había vuelto más poderoso, asegurándole así que nunca más correría peligro, pues no habría ser más poderoso que él.

Sí, se suponía que sería así, ya no tendría que temer nunca más... Y sin embargo justo ahora tenía miedo. Justo ahora experimentaba un miedo completamente nuevo.

— ¡Por aquí, Giorno! —.

Giorno seguía la voz de Fugo mientras ambos corrían por los pasillos de aquel inmenso hospital. Normalmente serían detenidos por las enfermeras y demás personal, pero ambos eran bien conocidos en el lugar y todos hacían una excepción. Nadie en todo el edificio se atrevería a detener al jefe de la mafia y a su secretario.

Se suponía que a esa hora estarían trabajando en su oficina en la enorme propiedad que funcionaba como centro de operaciones y hogar del jefe, y así era hasta hacia 15 minutos, cuando el secretario recibió una llamada informando de un atentado en contra del tercero al mando de la organización. A decir verdad, ninguno de los dos se habría alarmado mucho de no ser porque se les dijo que había explosivos involucrados.

En cuando se les dijo el nombre del hospital al cual su compañero fue llevado, ambos tomaron el primer auto que encontraron en su garaje y se dirigieron al lugar a todo velocidad, llegando en un tiempo extremadamente corto. En cuanto bajaron del auto se apresuraron a correr al interior. Fugo era más alto, sus piernas eran más largas por lo que pudo adelantarse un poco y preguntarle a la recepcionista sobre su amigo antes de que Giorno le alcanzara y ahora era el encargado de dirigirle.

Los ojos azules de Giorno Giovanna miraban al frente. Podía ver la figura de su amigo corriendo tan rápido como él, incluso podía percibir las siluetas de las enfermeras y doctores, pero en realidad no le prestaba atención a nadie. Sus ojos solo miraban al frente mientras su mente pensaba en su compañero herido.

Mista.

¿Cómo había pasado?

¿Cómo habían llegado a esa situación?

El día había comenzado con normalidad, despertaron el uno al lado del otro y luego Mista fue a la cocina a preparar el desayuno de ambos, siendo la única comida que no permitía a los empleados preparar. Comieron juntos y se prepararon para atender sus negocios.

La mayoría de los días se la pasaban juntos, ocupados con el trabajo ya fuese en la oficina o yendo a supervisar personalmente sus negocios. Giorno se presentaba como el imponente jefe y Mista como su leal guardaespaldas. Sin embargo en algunas ocasiones el pistolero se encargaba de ciertos asuntos por su cuenta, yendo totalmente solo.

Después de los peligros y los constantes enfrentamientos a muerte que habían tenido para lograr escalar a la cima, las capacidades de Mista estaban más que comprobadas, dominaba las armas de fuego gracias a su stand y tenía una estratégica y ágil mente cuando se trataba de peleas, así que no había problema alguno con que se encargara él solo de esos negocios sin el apoyo de nadie.

Giorno confiaba en que estaría bien.

Entonces... ¿Cómo había pasado esto? -.

¿Cómo es que ahora su corazón latía con miedo mientras sus piernas se movían lo más que podían?

Desde que asumió el liderazgo supo que tendría que enfrentarse a muchas protestas, hubo muchos detractores que se negaron a dejar de lado el negocio de las drogas y no se molestaron en demostrarlo, convencidos de que podrían oponerse al chico de 15 años que repentinamente aparecía como el líder. Hubo muchos atentados en su contra, los cuales solo sirvieron para demostrarle a todos su poder y el de su subordinado.

Sí, aquellos intentos de hacerle daño fueron usados como una oportunidad para demostrar la habilidad de Mista con las armas y su gran lealtad hacia el nuevo líder, pues siempre le protegió, sin mencionar que también tuvo la oportunidad de mostrar un poco de sus propias habilidades. No en todos Mista había salido ileso, pero nada se complicó más de la cuenta gracias a que siempre había podido curarle con Gold Experience, pero ahora...

Esta era la primera vez que le atacaban estando solo y quizás no habría sido un gran problema debido a la gran resistencia de Mista, pero su enemigo usó explosivos y contra eso era difícil resistir. Cualquiera terminaría gravemente herido.

El corazón de Giorno se contrajo en angustia al pensar que esa era la primera vez desde que se conocieron que no le curaba las heridas.

Sabía que era absurdo dudar de las capacidades de los médicos, pero al pensar en que él no estuvo cerca para curarle le alteraba y hacía que el miedo en su interior se sintiera aún más grande.

Miedo.

Pensó que nunca más volvería a sentirlo.

Por mucho tiempo se mantuvo neutral a cualquier tipo de emoción, en especial cuando se trataba de lograr sus objetivos, llegando a ser lo que muchos llamarían insensible, pero eso no le hacía una mala persona, ya que solo era insensible con sí mismo y sus propios sentimientos. Desde pequeño aprendió que era mejor así y luego de conocer a su stand, el miedo, una de las pocas emociones que aún no podía ignorar del todo, desapareció, pero en algún punto las cosas comenzaron a cambiar.

¿Cuándo fue?

Si podía recordarlo bien, todo empezó cuando conoció a Bucciarati.

Se suponía que Bucciarati y su grupo solo serían el medio por el cual cumpliría su objetivo, pero en el camino y en el corto tiempo que pasó con ellos, se convirtieron en personas que le marcarían por siempre. No solo Mista terminó volviéndose importante y despertando en él las emociones que por mucho tiempo reprimió.

Bucciarati se convirtió en un mentor, Narancia en un amigo poco probable, todos y cada uno se quedaron con él incluso después de partir y el hecho de no poder hacer nada para evitarlo, le seguía persiguiendo hasta esos días.

Pensar en que también podría perder a Mista era... Demasiado aterrador.

Esa posibilidad hacía que su pecho se llenara de un miedo hasta el momento desconocido.

Seguir adelante sin Bucciarati fue difícil ¿Podría hacerlo sin Mista?

¿Por qué el solo pensar en esa posibilidad le hacía sentir tanto miedo?

— ¡Es detrás de esa puerta, Giorno! — Exclamó Fugo.

¿Por qué tenía tanto miedo de abrir esa puerta? ¿Por qué le temía a lo que se encontraba detrás?

No tuvo tiempo de responder sus propias preguntas, pues su cuerpo actuó por cuenta propia, sus piernas se movieron con velocidad y sus brazos se estiraron para abrir la puerta.

El sonido de las puertas al abrirse fue estridente en sus oídos. El blanco de la habitación nubló su visión por unos momentos o quizás fue el miedo, el mismo que hacía latir tanto su corazón.

— ¡Giorno! —.

Aquella chillona y sollozante voz le trajo de vuelta a la realidad y aclararon las cosas a su alrededor quitando la bruma.

— ¡Giorno! — El mismo sollozo se repitió una vez más.

Antes de que el joven pudiera terminar de reaccionar, un pequeño ente de color cobre se abrazó a su nariz mientras lloraba sin parar.

— No. 5... — Murmuró el nombre del pequeño, reconociéndolo.

— ¡Giorno! ¡Giorno! — Un coro de más voces agudas se escuchó en el lugar.

El chico se encontró entonces con el resto de esos pequeños seres. Todos flotaban en el aire, rodeando la camilla sobre la cual descansaba un chico de cabello castaño con todo el cuerpo vendado.

Al verle, el corazón de Giorno volvió a experimentar un ataque, pero esta vez no fue de miedo. El alivió invadió su ser cuando Mista le miró con sus oscuros ojos, lucían cansados y su rostro reflejaba dolor, pero aun así sonrió para él.

Y el miedo desapareció.

GioMis Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora