Day 3: Kiss.

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Cuando Guido Mista se unió a la mafia, jamás pensó que se pasaría gran parte del día llenando y revisando informes. Un trabajo de oficina como ese no era para nada parecido al que se suponía le correspondía.

¿Por qué un pistolero debía revisar informes de inversiones e importaciones?

No se lo habría imaginado antes, pero claro, antes jamás se le habría ocurrido la idea de que terminaría siendo uno de los altos cargos de aquella organización, así como nunca antes se habría imaginado encontrar a su jefe dormido en el sofá de la oficina, pero eso era lo que justo ahora veían sus ojos.

Giorno Giovanna, el jefe de Passione, yacía sobre su cómodo y fino sofá, sus ojos estaban cerrados y su rostro lucía tranquilo.

A Mista le tomó unos segundos poder asimilar lo que veía y es que era muy impropio de su jefe exponerse de esa manera. Se suponía que estaba allí para hablarle acerca del informe de uno de sus tantos negocios, Fugo le había enviado a consultarle mientras él se hacía cargo de otros negocios y allí estaba con los documentos en las manos y admirando la figura de su jefe.

La situación era extraña y un poco incomoda. El chico no sabía muy bien qué hacer, así que siguió con el plan original de hablar con el jefe y para eso se acercó al sofá y se agachó a su altura.

— Giorno — Le llamó moviéndole un poco el brazo. — Hey, Giorno —.

Pese a que el chico rubio siempre atendía al primer llamado, en esta ocasión no se movió ni un milímetro, provocando cierta curiosidad y asombro en el mayor.

— Oye, Giorno, este no es lugar para dormir, Fugo me pidió que... — Mista se interrumpió así mismo al observarle más de cerca.

El rostro del jefe expresaba no solo tranquilidad, también se veía muy cómodo y extrañamente percibía cierta paz en él. No, no podría despertarle.

— Cielos... — Suspiró dejado los papeles en el suelo. Permaneció inclinado, pero se permitió relajarse mientras admiraba el rostro de su jefe.

La situación era extraña, Giorno por lo regular no se permitía ese tipo de acción frente a otros o en un lugar en el que sabía que podría ser visto, siempre permanecía serio e imponente, porque sí, pese a su baja estatura y su corta edad, sabía bien cómo imponer respeto. Era un jefe en toda la extensión de la palabra, aunque...

Se daba cuenta de lo pesado que podría ser, especialmente ahora que le veía dormir con tanta paz.

Mirando su rostro, Mista se preguntó si en verdad era un chico de 16 años y si en verdad él había logrado ponerse en la cima de toda una mafia.

Ya había pasado un año desde que Giorno tomó el mando de Passione y comenzó a detener toda la producción y distribución de drogas en su nombre y dado a que esa era una de las más grandes fuentes de ingresos, tuvo que implementar un grupo de acciones variadas que compensaran ese dinero e incluso que lo superaran, pues muchos socios importantes mostraron su desacuerdo e inconformidad y aunque podía ocuparse de ellos fácilmente, decidió que era mejor impedir el incendio en lugar de apagarlo. Por ello Passione añadió más negocios a su ya amplio catálogo.

Siendo el jefe, Giorno estaba a cargo de manejar todo, pero obviamente no podía supervisar todos los negocios que tenía en el país, por lo que se valía de los capos de las distintas regiones para asegurarse de que todo se llevara a cabo a la perfección. El encargado de supervisar a los capos y del ingreso financiero era Fugo, pues no podía haber nadie mejor calificado intelectualmente y de su entera confianza.

Ahora le parecía increíble que ese chico se hiciese cargo de todo eso, en especial cuando ahora se veía tan indefenso. Su rostro expresaba paz y tranquilidad, tal vez una que no le había visto antes.

Giorno era un chico muy fuerte, inteligente, decidido y también muy misterioso, no dejaba que se le acercaran, ante la mayoría de personas mostraba una máscara de serenidad e indiferencia, siempre actuaba tranquilo y frio a la vez, impidiendo que los demás supieran qué era lo que pensaba y él se encontró más de una vez deseando saber qué pasaba por su cabeza.

Más de una vez se había atrapado a sí mismo observándole más de la cuenta y cada vez se volvía más inevitable hacerlo, pues poco a poco se fue dando cuenta de la gran belleza de ese chico. Incluso ahora se veía sumamente hermoso y ese tipo de pensamientos le hacía sonrojar y sentía que su corazón comenzaba a latir con mucha fuerza.

¿Alguien podría culparle? Ese chico era tan hermoso que era simplemente inevitable.

Justo ahora tenía frente a él su hermoso rostro, sus largos y dorados cabellos perfectamente atados yacían a un lado cayendo por su cuello, sus grandes y azules ojos permanecían cerrados y era una pena, pero gracias a eso podía ver más algunos rasgos de su cara, sin mencionar que su suave y lenta respiración le hacía abrir ligeramente la boca, llamando su atención a sus rosados y carnosos labios. Desde hacía un tiempo que esos labios llamaban su atención.

Mista lo sabía, podía no ser muy inteligente en muchos temas, pero ese tema sí que lo dominaba. Sabía que desde hacía un tiempo había comenzado a sentir ciertas cosas por Giorno y cada vez le era más difícil disimularlo.

En parte era difícil porque Giorno parecía seguirle la corriente, pues aunque nunca hablaban del tema, él también se comportaba diferente con él. Dado su trabajo se habían vuelto inevitablemente más cercanos, pero incluso así, Giorno tenía atenciones y gestos con él que no tenía con nadie más, ni siquiera con Fugo o Trish.

Cuando Giorno le tomaba de la mano o se recargaba en él, su corazón latía con fuerza y le era imposible alejarse y mantener su distancia, por el contrario, quería acortar cualquier distancia entre ellos como justo ahora que veía sus labios. Esos labios que le llamaban, que le invitaban a acercarse y a tomarlos...

Y así lo hizo.

Una fresca brisa entró por la ventana cuando unió sus labios con los del durmiente chico en un suave beso.

Fue un toque suave, pero firme, no duró mucho, pero sí lo suficiente para que Guido Mista supiera que no había vuelta atrás. Al separarse, se irguió en toda su altura y se apresuró a salir del lugar.

El pistolero desapareció de la habitación sin percatarse del par de orbes azules que ahora miraban a la nada con ilusión, deseando que en el futuro hubieran muchos más besos como ese.

GioMis Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora