00 - Prólogo

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Por el gran ventanal del comedor se podía notar el día nublado, el clima estaba extraño pero también estaba por completo acorde al humor de Luz. La ventanilla estaba ligeramente abierta y el gélido viento le enfriaba la nuca.

–¿Te sientes bien? No has tocado tu plato –cuestionó su madre.

Evitó responder y se limitó a agarrar la cuchara a su lado para empezar a comer. Bocados pequeños, lentos. Tenía la mirada perdida.

Su madre suspiró ante su actitud. Las últimas semanas habían sido exactamente lo mismo; Luz con una mirada perdida y sin brillo, moviéndose como en slow-mo. Había intentado de todo para animarla pero no había caso, debía dejarla vivir su luto. Tal vez usar esa palabra podría sonar exagerado, pero así se sentía el corazón de Luz después de la ruptura con Amity. A pesar de ser jóvenes, ella no tenía dudas de que ella era el amor de su vida.

Pero hace unas semanas, Amity había roto con ella y Luz estaba simplemente destrozada. Apenas hablaba, apenas comía, apenas vivía.

¿Y cómo no sentirse así de hundida? Habían estado juntas desde los dieciséis hasta ahora que ambas estaban en sus veintidós. ¿Amity tiraría seis años de relación repletos de amor y cariño a la basura?

–Corazón, tengo que volver al trabajo –le habló su madre nuevamente después de unos minutos de comer en silencio. La trató con suavidad, tal y como lo había estado haciendo las últimas semanas.

La verdad, Camila ya no recordaba cuándo fue la última vez que había tenido una conversación real con su hija. Apenas respondía asintiendo y negando con la cabeza o con respuestas monosílabas a secas. A Camila definitivamente le apretaba el pecho ver a su hija tan dolida y deseaba poder quedarse y hacerle compañía, aunque sea una compañía silenciosa. Pero no podía dejar tirado su trabajo en el ayuntamiento, recientemente la habían ascendido y no podía decepcionar a sus superiores.

Con pesadez se levantó de la mesa para acercarse a Luz y depositar un beso en su cabellera para despedirse.

–Por favor, escríbeme si necesitas algo –todos los días al salir le decía a eso, aunque bien sabía que Luz nunca le escribía.

Luego, agarró las llaves de la mesita que estaba cerca de la entrada junto con su abrigo del perchero de al lado. Se despidió amorosamente de Luz y se marchó.

Luz por su parte, se quedó ahí un buen rato tratando de digerir la comida. Tenía más de la mitad de su plato lleno pero no tenia hambre. Ni siquiera se molestó en recoger su plato y lavarlo pues se fue directamente a su cuarto con la intención de dormir el resto del día, pero ya estando ahí, recostada y tapada hasta el cuello, no pudo hacerlo. Últimamente era lo único que hacía, incluso había faltado a la universidad un par de veces por haberse quedado dormida. Pero hoy ya había dormido más de 12 horas, se le hacía imposible conciliar el sueño nuevamente.

Entonces, con frustración y pesadez se levantó y agarró una manta que posicionó por encima de su cabeza y cubrió casi todo su cuerpo. Se dirigió a la sala para sentarse en el largo y blanco sillón, el departamento era grande y de concepto abierto entonces la luz natural llegaba a casi todos lados, aunque el paisaje del día nublado mantenía esa vibra deprimente que se había apoderado del hogar las últimas semanas.

Como si fuera rutinario ya, agarró el control de la televisión que estaba a su lado y prendió la pantalla para divagar entre los canales. No estaba en busca de algo específico, sólo distraerse un poco, mantener a Amity fuera de su cabeza al menos por un rato. Después de unos segundos, dejó un canal en el que estaban dando una película que ya había visto pero aún así quiso dejarla ya que era una de comedia y ese tipo de estímulo era justo lo que necesitaba; banal y que le produjera sonrisas fáciles. Pero incluso viendo la película no pudo quitarse ese peso en su pecho ya que de hecho, había visto esa película con Amity. Más que distraerla, solo la hacía sentir más melancólica.

One Last Time - Lumity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora