03 - 41 horas

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Su cuerpo casi inerte cayó brusco apenas los bomberos lograron derribar el portón que estaba bloqueado por los escombros. Sus vías respiratorias estaban obstruidas por el humo y el polvo en el ambiente, se había quedado sin oxígeno. Que los bomberos llegaran a tiempo podría llamarse un milagro.

Uno de los bomberos de los que habían ido a su rescate la cargó de inmediato y procedió a alejarla de los escombros y de todo ese humo para que de a poco recupera el aliento. Estaba consciente, pero estaba lo suficientemente débil como para que sus piernas le fallaran. El bombero que la cargó la sentó en el borde del camión y le entregó una botella con agua mientras que el otro bombero se encargaba de disipar el humo.

–Todo está bien ahora, la lleváremos a un lugar seguro –le dijo el primer bombero, aunque Luz apenas sentía la lucidez suficiente como para entender lo que decía– ¿Podría decirme su nombre?

–Este... Luz, Luz Noceda –poco a poco fue  mejorándose gracias al agua que le habían entregado para re hidratarsr, la saliva volvía a su boca y el color a su piel.

–¿Noceda? ¿Cómo la política?

–Sí, es mi madre

Luz no sabía si era la toxicidad en el humo que seguía afectándole su juicio o qué, pero había sentido una extraña tensión entre ella y los bomberos cuando mencionó a su madre. O tal vez solo había sido un silencio insignificante, no lo sabía. Tal vez había comenzado a alucinar gracias a la falta de oxígeno.

–De acuerdo ¿Se siente mejor? Entre menos nos demoremos en llegar a los refugios, mejor

–Sí, ya estoy bien, puedo continuar mi camino sola, gracias

–Oh, pero en los refugios estará a salvo, pronto la llevaremos con su madre

–Tengo... algo que hacer antes que ver a mi madre, no se preocupen, encontraré la forma de verme con ella

La duda apareció clara en el rostro de ambos hombres, pero a fin de cuentas, dejaron de insistir.

Apenas los dos hombres dieron la vuelta, Luz volvió a adentrarse en la bodega, conocía una manera más rápida de llegar al dichoso edificio y aunque la idea no le agradaba del todo, era su mejor opción.

Caminó hasta la esquina derecha del lugar, aún algo dudosa, con las mejillas calientes por el calor de las recién apagadas llamas y un poco de hollín cubriendo la punta de su nariz.

Y ahí estaba, tapada por una sábana polvorienta; la vieja motocicleta de su padre. Suspiró profundamente y se acercó a la máquina. Lentamente agarró la sábana y de un tirón la quitó, el polvo se levantó de inmediato y le hizo toser un poco. A pesar de los años de desuso, seguía en perfectas condiciones, al menos a primera vista. No sabía si el motor funcionaba todavía, pero valía la pena intentarlo. Parecía incluso conveniente que hubiesen uno cuantos galones de gasolina guardados en esa bodega.

–No queda de otra ¿verdad? –suspiró.

[☄️]

Pocas fueron las veces que Amity se permitió tomarse un descanso. No quería perder el tiempo pues la distancia que le faltaba recorrer era de al menos 15 kilómetros y sabía que al paso al que iba llegaría en por lo menos tres horas más. Estaba exhausta, deshidratada y no paraba de buscar una forma de agilizar su llegada, pero en las calles no habían autos o bicicletas abandonadas que pudiese usar, ni una sola, como si se hubiesen esfumado.

One Last Time - Lumity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora