𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕

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❛ 𝖨𝗇𝗊𝗎𝗂𝖾𝗍𝗎𝖽𝖾𝗌 ❜˚₊‧ ꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚

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❛ 𝖨𝗇𝗊𝗎𝗂𝖾𝗍𝗎𝖽𝖾𝗌 ❜
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Robleis simplemente no es alguien común, claro que no, él es alguien bastante interesante a nivel de reacción. La exagerada manera en que movía su mano apuntando hacia el inquilino, hizo que el mismo Conter se sintiera divertido ante todo ese dramático teatro.

—¿¡Qué?! ¡¿Es tu novio?!—preguntó entre gritos exagerados.

—Dios, sabía que harías un escándalo —musitó Spreen y añadió—: ¿podés calmarte, boludo? Te va a dar algo.

El tono reconfortante y para nada malicioso del azabache, hizo que el albino supese que realmente no estaba tan molesto como sus gestos expresaban. Sus labios se entreabrieron con una sonrisa que más bien parecía una mueca y mostró sus dientes blancos en un nuevo saludo hacia el nuevo inquilino.

El otro hombre simplemente se le quedó viendo analíticamente, aun incrédulo de presenciar semejante barbaridad mencionada.

Por un momento el chico de ojos azules, se sintió de otro planeta. Existía, ¡vive con ello! Deberías de asimilarlo de una buena vez por todas.

—Espera. —Le dijo el muchacho.

Lo hizo volverse hacia él, con ese rostro que sabía que lo perturbaba.

—Hola. —Volvió a saludar.

¿Cuántas veces ya lo había hecho? Era incluso un poco penoso que no lo tomaran en cuenta. El chico volvió a verlo y lo analizó de pies a cabeza, escaneando la mercancía.

—Es muy bonito, ¡te sacaste la lotería!

Conter meneó la cabeza contrariado y la vergüenza se abarcó en su pálido y pecoso rostro.

—¿Cómo mierda conseguiste una segunda cita? Dame tips. —Pidió genuinamente a su mejor amigo.

—¡Vete a la mierda! ¿Qué mirás tanto? Respeta.

El castaño decidió ignorarlo y pasarse directamente hacia el lindo albino, es imposible no negar que el otro hombre ponía de los nervios. A este paso, en esta casa en específico, Conter saldría con los nervios de acero.

Robleis simplemente sonrió hacia él y luego volteo hacia Spreen.

—¡Es el primer novio que conseguís en la Universidad! ¿Por qué mierda no lo dijiste?

El de cabellos oscuros hizo una mueca, con los ojos enfebrecidos y el rostro inexpresivo, como un sonámbulo. No parecía querer decir algo al respecto.

Robleis puso los ojos en blanco y se acercó nuevamente hacia el otro chico pero más rápido.

—¡Espera, hijo de puta-!

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