𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐈

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❛ 𝖨𝗇𝖾𝗌𝗉𝖾𝗋𝖺𝖽𝖺 𝖾𝗑𝖺𝗀𝖾𝗋𝖺𝖼𝗂𝗈́𝗇 ❜ ˚₊‧ ꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚

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❛ 𝖨𝗇𝖾𝗌𝗉𝖾𝗋𝖺𝖽𝖺 𝖾𝗑𝖺𝗀𝖾𝗋𝖺𝖼𝗂𝗈́𝗇 ❜
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Despertar al ¿tercer día? Después de Navidad fue una experiencia, por lo asaz, gratificante.

No es como si Conter haya tenido otras Navidades tan exhaustivas como esta, fue toda una experiencia para relatar en algún punto de vida y vejez.

El zumbido de su teléfono fue lo que, efectivamente, lo espabiló. Y antes de sucumbir nuevamente al sueño, el móvil volvió a retumbar de manera molesta.

Abrió los ojos con pesadez para ver un rostro frente al suyo. Le tomó un momento adaptarse correctamente y recordar dónde estaba. Afortunadamente, la otra persona todavía estaba dormida, así que no vio las expresiones que llegó a poner.

Fue poco usual.

Nunca solía ser tan lento con los detalles o para recordar algo, pero últimamente su cabeza divagaba más en otra cosa que en sí mismo. Se dio cuenta a duras penas que la persona que se encontraba a su lado se trataba de Spreen.

Su cabeza hizo clic.

Honestamente, necesitaba unas buenas dosis de meditación para despejar los problemas de su cabeza. Todavía se encontraba en la casa de los Barnes, en la habitación de Spreen y en la cama de Spreen.

Recordó vagamente la propuesta que le dijo por la noche y se golpeó mentalmente ante su imprudencia al proponer disparates. Recordó también la pequeña reunión con alcohol de por medio y para su suerte, no había sucedido nada extraño o desafortunado que pudiese haberlo delatado.

Todo salió extrañamente bien.

Se vista se desvió a su móvil que había dejado de vibrar, lo mantenía cerca de él para distraerse por las mañanas, hoy no fue una opción.

Lo tomó con cansancio y lo desbloqueó, poniendo el PIN, no sin antes equivocarse unas cuantas veces.

Tenía dieciséis llamadas pérdidas de Farfa y unos 200 mensajes de WhatsApp que mayoritariamente eran stickers de gatitos enfadados. También tenía un mensaje de Cris, pero no era nada relevante, por lo que supuso.

Hizo una mueca con preocupación.

Se dio la vuelta para encontrar a Spreen aún más cerca, su rostro se puso rojo. Tosió varias veces para desviar su atención del rostro relajado del otro, comprobó la hora y decidió que probablemente era hora de levantarse.

Eran las diez de la mañana. Con suerte, Cris estaría despierto. No había que suponer nada para saber que Farfa estaba más que despierto, las llamadas eran demasiado recientes y lo delataban.

Se puso unos jeans de manera apresurada y salió a hurtadillas de la habitación, logrando atravesar la casa sin tropezar con nadie. Agarró su chaqueta de la percha junto a la puerta principal antes de dirigirse hacia la cocina para ir directo hacia el patio trasero, fue toda una travesía sin respirar.

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