Capítulo 3 | Promesas y escarmientos

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Jonas

La mejilla izquierda del marginado era un completo desastre. Jonas podía verlo con claridad desde su lugar junto a Alex en la clase de Literatura Universal, tres filas detrás de su pupitre. Después de su encuentro con él en la sala de música, hacía poco más de una hora, Jonas había dado por hecho que este iría a la enfermería para tratarse la hinchazón, ya sea con una bolsa de hielo o quizás un parche frío. Obviamente, no lo hizo. Y ahora no podía dejar de ver las consecuencias de sus actos.

Viéndolo así, con un lado del rostro enrojecido y el labio inferior partido, no pudo evitar sentir un poco de pena luego de haber reaccionado de una manera tan violenta. Pensó en acercarse a él una vez terminada la clase para ofrecerle una disculpa, pero eso sólo lo convertiría en el hazmerreír.

Al final, decidió que lo mejor era dejarlo en paz.

Cuando el altoparlante ubicado en la esquina superior izquierda de cada salón anunció la culminación de la penúltima clase, Jonas arrojó su tableta electrónica dentro de la mochila sin ningún tipo de consideración. Su pantalla estaba ya tan estrellada que a él no podía importarle menos.

A su lado, Alex le hundió el codo en las costillas.

—Joder, ¿qué quieres? —le preguntó Jonas.

Pero, en vez de responder, su mejor amigo hizo un gesto con la cabeza en dirección al lado contrario. Sólo entonces, Jonas reparó por fin en la chica que se encontraba de pie junto a su pupitre.

—Hola, Jonas —lo saludó con una voz tan suave que era casi inaudible—. ¿Cómo estás?

Jonas se volvió hacia ella para devolverle el saludo.

—Eleanor —murmuró, sin perder de vista al marginado en su visión periférica. Lo vio cubrirse los oídos con los auriculares circumaurales que acostumbraba llevar alrededor del cuello todo el tiempo para luego guardar su tableta electrónica en el interior de su mochila—. Bien, ¿cómo estás tú?

—De maravilla —respondió Eleanor, jugueteando con el dobladillo de su chaleco y corbata gris del uniforme—. Verás... me preguntaba si, bueno... la verdad es que no sé cómo decirte esto...

—¿Decirme qué?

La joven tragó saliva, sus mejillas estaban teñidas de un rosa brillante.

—¿Tienes planes para este sábado? —consiguió decir después de varios intentos.

—Aún no lo sé —repuso Jonas, distraído. Tres filas por delante, el marginado se levantó de su pupitre, se colgó la mochila en un hombro y salió del salón—. ¿Por qué? —preguntó.

—Sí no tienes, yo... yo...

Tanto titubeo empezó a desesperarlo.

—¿Tú, qué?

Eleanor se mordió el labio y echó un vistazo por encima de su hombro para ver a Sophie Baker y a Paige Campbell de pie junto a la entrada. Ambas chicas le hicieron un gesto a su amiga como diciéndole: «¡Vamos, tú puedes!». Llenándose de valor, Eleanor se volvió de nuevo hacia Jonas.

—¿Q-quieres mi número de teléfono?

—¿Tu número de teléfono? —Eleanor asintió—. ¿Para qué?

Todo ese valor se esfumó.

—Oh, bueno, es que... pensé que quizás podríamos... mensajearnos. Ya sabes, para hablar.

—¿Hablar sobre qué?

—Lenny —exclamó Paige cuando su amiga no supo qué más decir—. Se hace tarde, vámonos.

Beautiful Symphony ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora