Parte 7: Túnel

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Después de pasar varios días escondidas en casa de Jihyo y Tzuyu, Mina y Dahyun tuvieron que regresar a su trabajo, ya que el permiso que les habían dado expiró.

A pesar de que las dos estaban ansiosas y temerosas por volver a la rutina, necesitaban el dinero para poder mantenerse a sí mismas, no iban a estar siempre en casa de Jihyo y Tzuyu.

Dahyun, en particular, estaba muy nerviosa. Había estado sintiendo como si alguien la estuviera observando constantemente desde que regresó a trabajar. No podía dejar de sentir una extraña sensación de miedo cada vez que se encontraba sola en algún lugar. Incluso durante su viaje en el autobús de vuelta a casa después del trabajo, sentía como si alguien la estuviera persiguiendo.

Cuando finalmente llegó a su parada, Dahyun salió del autobús rápidamente y comenzó a caminar hacia la casa. Mientras caminaba por la calle, su corazón latía con fuerza en su pecho, tratando de mantener la calma. Pero entonces, de repente, alguien le agarró fuerte la mano y la detuvo.

Dahyun se giró para ver a la persona que la estaba agarrando y su corazón casi se detuvo cuando vio a Sana de pie frente a ella, con una sonrisa en su rostro.

—Sana... ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó Dahyun con miedo.

—Oh, mi amor... He estado esperando tanto tiempo para verte de nuevo —dijo Sana con una sonrisa.

Dahyun trató de liberar su mano, pero Sana la apretó aún más fuerte, haciendo que Dahyun sintiera dolor.

—Sana suéltame. ¿Qué estás haciendo? —preguntó Dahyun, comenzando a entrar en pánico.

—Pensé que lo entenderías, Dahyun. Sé que cometí un error, pero te necesito en mi vida. No puedo vivir sin ti —dijo Sana con un tono que hizo temblar a la coreana.

—Sana, esto no está bien. Me lastimaste mucho. Y ahora, estás persiguiéndome. Por favor, déjame ir —suplicó Dahyun.

—No puedo hacer eso, Dahyun. No te dejaré ir de nuevo. Quiero estar contigo para siempre —dijo Sana, comenzando a arrastrar a Dahyun hacia un callejón cercano.

Dahyun luchó para liberarse, pero Sana era más fuerte y la llevó al callejón. Una vez allí, Sana la empujó contra la pared y la mantuvo agarrada fuertemente.

—Dahyun, ¿por qué me dejaste? Te amaba tanto. Me rompiste el corazón —dijo Sana, acercándose a ella.

—Sana, lo siento, pero no puedo volver contigo. Tú no estas bien —dijo Dahyun con lágrimas en los ojos.

Sana la miró con rabia y gritó.

—¡No puedes dejar que Mina te influencie! Ella no te ama como yo lo hago. Yo te necesito, Dahyun. ¡Te necesito!

—Sana, por favor, déjame ir. No quiero estar aquí contigo. Me estás asustando —dijo Dahyun, luchando para liberarse.

Dahyun se sintió aún más atrapada y comenzó a temblar.

—Sana, por favor, déjame ir. Ya no te amo, no quiero estar contigo. Déjame volver a mi vida —suplicó con una voz rota.

Pero la nipona parecía completamente fuera de sí.

—¡No, no lo entiendes! Te necesito, te amo, eres mía. No voy a dejar que te vayas otra vez. Vamos a estar juntas para siempre —gritó mientras la arrastraba hacia su auto.

Dahyun comenzó a forcejear y gritar por ayuda, pero Sana la tenía firmemente agarrada. Finalmente, logró meterla en el auto y subirse detrás del volante. Comenzó a conducir a una velocidad peligrosa por las calles de la ciudad, ignorando las leyes de tránsito y poniendo en peligro la vida de ambas.

Dahyun estaba aterrorizada, nunca había visto a Sana así. No podía entender cómo alguien que decía amarla podía hacerle tanto daño.

Se aferró a la puerta del auto, intentando controlar su respiración mientras miraba por la ventana, buscando una oportunidad de escape.

Finalmente, Sana detuvo el auto en un callejón oscuro y alejado del centro de la ciudad. Miró a Dahyun con una sonrisa enfermiza en el rostro.

—Aquí estamos, mi amor. Vamos a estar juntas para siempre.

Dahyun tembló con miedo, sintiendo que su vida estaba en peligro.

—Sana, por favor, déjame ir. Ya no siento nada por ti. ¿No ves lo enfermiza que estás actuando? Necesitas ayuda —dijo intentando razonar con ella.

Pero Sana parecía completamente ajena a la realidad.

—No, no lo entiendes. Esto es lo correcto. Tú y yo somos la una para la otra. Te amo más que a nada en este mundo, y no voy a dejar que te vayas de nuevo—dijo con una sonrisa siniestra en el rostro —Es nuestro destino estar juntas.

Dahyun se sintió atrapada y desesperada, sin saber qué hacer. Trató de abrir la puerta del auto, pero estaba cerrada con llave. Intentó llamar a alguien por su teléfono, pero Sana lo había tomado. Comenzó a llorar, sintiéndose completamente impotente y vulnerable.

¿Cómo es que Sana llegó a este punto? No lo entendía, no la entendía.

—Mi amor, creo que es hora de ir a dormir, estas muy alterada —dijo Sana llevando un paño humedo a la nariz de Dahyun.

—Sana porfavor.... —dijo Dahyun suplicando, pero no sirvió de nada y poco a poco se fue quedando dormida.

—Dulces sueños, mi cielo —termino por decir Sana, quien tenía una notable sonrisa siniestra en el rostro

Y de pronto para Dahyun, todo era negro.

[...]

Mina, Jihyo y Tzuyu estaban sentadas en la sala de la casa discutiendo qué hacer para ayudar a Dahyun. La joven no había vuelto de su trabajo y su teléfono móvil estaba apagado, lo que les hacía temer lo peor.

De repente, el teléfono de Mina comienza a sonar. Mina, pensando que era su amiga, respondió rápidamente.

—¿Dahyun? ¿Estás bien? —preguntó Mina con la voz llena de preocupación.

Pero en vez de la voz de su amiga, lo que escuchó fue la de cierta japonesa de quien estaban huyendo.

—Hola Mina, soy yo —dijo Sana con una voz desquiciada. —No te preocupes, Dahyun está conmigo. Solo quería asegurarme de que supieras que está bien.

Mina se quedó sin palabras, sin saber qué decir o hacer. La mirada de las otras chicas se clavó en ella, preguntándose quién estaba al otro lado de la línea.

—Mina, ¿quién es? —preguntó Jihyo.

—Sana —respondió Mina en voz baja, casi un susurro.

Las tres chicas se miraron, sin saber cómo reaccionar. Sana era peligrosa, lo habían aprendido de la peor manera, y tener a Dahyun en sus manos era algo que les aterrorizaba.

—Mina, tienes que mantenerla en línea. Necesitamos saber dónde está y qué planea hacer —dijo Tzuyu, intentando mantener la calma.

Mina asintió con la cabeza, tratando de controlar su respiración. —Sana, ¿por qué tienes a Dahyun? ¿Qué quieres de ella? —preguntó con la voz temblorosa.

—¿Acaso no es obvio, Mina? Quiero que Dahyun vuelva conmigo —respondió Sana. —Ya estuvo lejos de mi por casi dos semanas, ¿no es suficiente? Solo quiero estar con ella de nuevo.

Mina sintió una ola de miedo recorrer su cuerpo. Sabía que Sana no estaba en su sano juicio y no podía confiar en lo que decía.

—Sana, suelta a Dahyun. Esto no está bien, lo que estás haciendo es ilegal —dijo Mina tratando de convencerla de que liberara a su amiga.

Pero Sana solo se rió con desdén.
—¿Ilegal? ¿Acaso amar a alguien es ilegal? Dahyun es mía y no dejaré que nadie me la arrebate de nuevo. Adiós, Mina —dijo Sana y colgó el teléfono.

Mina sintió como si se quedara sin aliento. No sabía qué hacer ni a quién acudir. Sabía que tenían que hacer algo para ayudar a Dahyun, pero ¿cómo?

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