3:33 de la mañana.

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3:33 de la mañana.

a veces hago esto, ¿sabes? trato de no dormir, para que no puedas hacerme daño.
porque cada vez que cierro los ojos estás ahí.

y lo vuelves hacer, y como la primera vez, no consigo salvarme. estoy algo cansada de levantarme sobresaltada, con el corazón a punto de salirse del pecho.
pidiendo que por favor, esto pare algún día.

hay días en los que parece que todo va bien, en los que parece que vuelvo a respirar.

pero el dolor nunca desaparece, y la herida nunca deja de sangrar, de escocer como si le echarás limón y sal.

y con ello, alguna vieja cicatriz se vuelve abrir, pero por algún motivo simplemente no duele, es como si la tuviera adormecida y solo sangra.

tal vez fue culpa mía, quizás te di a entender algo totalmente distinto, pero lo más seguro es que fue mi culpa al quedarme, pensando que aquello era “sano” y callarme durante meses.

me habías visto llorar, por alguien que no estaba en mi vida y me habías visto con la mirada perdida.
sabías que aquello aún me dolía, que aún no me había perdonado.

pero todo aquello te dió igual, no te importó las veces que dije “no quiero ”, porque solo estabas pensando en lo que querías tu, estabas demasiado ocupado siendo egoísta.

y después de aquello te atreviste a decir que me querías.
que lo sentías.

nada de eso sirvió, tu no rompiste mi corazón eso ya lo tenía roto, no me rompiste a mí.
rompiste a la niña que llevo dentro.

a la que trataba de cuidar, para no lastimarla más. dime, ¿cómo se arregla eso? ¿cómo le pido que me perdone por esto?

lo único que pude hacer fue disociarme, para evitar sentir el dolor que iba a venir después y tratar de olvidar, pero eso nunca se olvida.

supongo que lo único que puedo hacer es aprender a vivir con ello, y reconstruirme desde los cimientos.

agostoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora