Kalel
Desperté en una sala completamente blanca, alumbrándome la cara solo podía ver un gran foco que no me dejaba ver nada del resto de la habitación, miré hacia mi cuerpo y vi una máquina que parecía estar conectada a mis manos de alguna manera. ¿Qué demonios era esa maldita cosa? ¿Dónde estaba? Angustiado intenté por todos los medios zafarme de esa cosa cuando unas manos me hicieron volver a la plataforma de metal en la que me encontraba.
-Tranquilo, no corres peligro alguno mientras estés conectado a la máquina.- dijo una voz que sentí bastante familiar.
Seguí el recorrido desde las manos que me sujetaban y pude ver al brujo que me había visitado en la celda en la que el maldito duendecillo pelirrojo me había atado y torturado hasta casi perder el conocimiento.
Quitando la mirada de él un segundo, observé la habitación preguntándome donde estaba.
-Estas en un laboratorio. Llevas aquí dos días, no intentes averiguar cómo se lo que estabas pensando, gente más lista que tu aun sigue intentando descubrirlo...-le miré con incredulidad, ¿qué se creía para hablarme así?- Como puedes imaginar, ha sido Éiren la que ha hecho que acabes aquí, no te preocupes por tu pequeña venganza, tendrás tiempo para llevarla a buen puerto.
-¿Y tu quién eres?
-Voy a atribuir ese tono de arrogancia a la preocupación de despertar en una habitación desconocida después de haber sido derrotado por una chica- dijo el brujo intentando ocultar la risa.
-¡Oh dios Drustan eso ha sido muy cruel!- dijo una voz estridente e irritante desde algún lugar de la habitación que no podía ver.- ¿Puedo acercarme ya? ¿Puedo? ¿Porfi? –dijo la misma voz suplicante.
El tal Drustan miró al lugar de donde sonó la voz y puso los ojos en blanco mirándome a mí y de nuevo poniendo la vista en el desconocido del fondo.
-Está bien Miles... pero no le asustes... acaba de salir de un trance...
-¡Wiiii!- gritó la misma voz.
A los pocos segundos tenía su cara prácticamente pegada a la mía.
-Fascinante... totalmente fascinante... ¿Cómo es posible que sobreviviera? Creo que nadie nunca sobrevivió a Éiren... pero claro... tampoco nadie la había parado nunca... ¿Por qué lo habrá dejado vivo? –Miró a Drustan y siguió hablando a una velocidad increíble- ¿Es posible que sea lo que los antiguos llamaban su criptonita? Oh dios... ¡Esto es fascinante!
-Miles... ¿Quieres dejarle respirar?- dijo Drustan- Te dije que no lo asustaras...
-¡Pero Drustan! ¡Este hombre es un milagro de la ciencia! ¡Ha sobrevivido a Éiren... y a la máquina! las personas no suelen despertarse repentinamente, sino que tienden a ir recuperando a poco a poco las funciones del cerebro porque los efectos del medicamento que lo mantiene en ese estado tardan tiempo en desaparecer del cuerpo. ¡Pero el simplemente despertó! Normalmente el proceso es lento y puede empezar con un pequeño movimiento en un dedo o apretar una mano. Si el paciente es afortunado, algunos de los pasos pueden ocurrir al mismo tiempo, lo que aceleraría el despertar... Pero el... ¡Simplemente se desconectó mentalmente de la máquina y despertó! ¡Es increíble!
Antes de que pudiera resistirme ese hombre me estaba tocando, mirando mis ojos con una linternita cegadora y tomándome las constantes vitales apuntándolo todo en una libretita de la que al parecer no se separaba jamás. Resistiéndome como podía busqué al brujo con la mirada.
-¿Puedo levantarme ya de una maldita vez? ¡Aleja a este psicópata de mi cara!
-¿Quieres dejar de quejarte? Pareces una niña malcriada a la que no le han dado aún su muñeca preferida-dijo arrogante el duendecillo pelirrojo. Reconocería su voz en cualquier parte.
ESTÁS LEYENDO
La Profecía de los Marcados
FantasyLa Profecía se cumplirá pronto... ¿Estás preparad@?