Saco, Oniricina y.... Verdad.

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Briana

Una vez llegamos a mandato, Aneirin se separó del grupo y Miitany y yo escoltamos a Artoria a la sala de interrogatorios. Mientras él esperaba solo en aquella habitación, nosotras le mirábamos tras el espejo polarizado.

-¿Crees que miente?- dijo Miitany tras un rato de silencio.

-No lo sé, no me fio de él, creo que si no nos miente, al menos oculta algo.- dije sin apartar la vista de él.

-¿Qué ha pasado para que ahora no te fíes de él? Hasta hace poco erais compañeros- me miró extrañada.

-No te confundas, nunca le he considerado mi compañero. A la escoria es mejor mantenerla cerca donde puedas vigilarla, ¿no crees?- La miré a los ojos.

Se rió apartando los ojos de mí. No entendía que había dicho que le hacía tanta gracia.

-¿He dicho algo divertido?- la mire confusa.

-¿Eso también lo aplicas con Aneirin?- dijo sin parar de reírse.

-Con Aneirin…- sonreí- con él el que más.

Nos reíamos con ganas cuando de repente oímos a alguien a nuestras espaldas.

-¿De qué os reís?-dijo Aneirin observándonos a las dos, extrañado.

Dejamos de reír del susto y le miré un tanto nerviosa, pensando cuanto podría haber escuchado.

-Nada nada…  ¿Oye, donde te habías metido?- dije en un intento muy descarado de cambiar de tema.

-¿Yo? He ido a buscar al doctor Miles, ya sabes, el científico.

-¿El doctor chiflado?-dijo Miitany.

-Sí, ese mismo.

-¿Y dónde está, no lo veo por aq-…?

Aneirin señaló la sala de interrogatorios, sin decir nada, donde vimos a Miles hablando muy alegremente con Artoria. Este último miraba a todos lados antes de fijar la vista en el cristal y decir, un tanto asustado:

-Este no será mi abogado, ¿verdad?-

Miitany y yo nos miramos aguantando la risa.

-Aneirin… -le dije para meterle prisa.

-Sí, lo sé, ya voy…- dijo este tras un suspiro y acto seguido se metió en la sala de interrogatorios.

Aneirin entró con el semblante serio y su carpeta de siempre, en la que guardaba las pruebas, intentando mantener la compostura, como hacía en todos los interrogatorios. Normalmente me aprovechaba de este tipo de situaciones para meterme con él, tal vez por eso esta vez no me había dejado entrar en la habitación.

-¡Al fin!-dijo Artoria, aliviado de ver a alguien más aparte de ese loco.

Aneirin se sentó junto a Miles, quien se calló de repente. Me pareció ver que le pisaba lo cual lo explicaba.

-Bueno, venga, cuénteme.-dijo Aneirin.

-¿Que te cuente qué?-dijo Artoria.

-Su coartada, por supuesto.

-Eso ya te lo he contado.

-Pero esto es un interrogatorio oficial, está siendo grabado y necesito su testimonio completo, si le parece bien.

-Bueno, si no queda otra, lo contaré de nuevo.

Mientras Miitany y yo observábamos la situación, Kaira y Éiren aparecieron, un tanto intranquilas.

La Profecía de los MarcadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora