Consejeros, Rapto y... Preocupación.

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Palacio de Mandato. 06:30 AM.

Odio esperar. No hay una sola célula de mi cuerpo con paciencia. Y esos odiosos perros estaban llegando tarde.

Podía aceptar que Alanna llegase tarde, era la matriarca y no se levantaba temprano, nunca. Pero no podía tolerar que los reclutas dejasen esperando a los consejeros matriarcales  esto no quedaría impune.

Alanna tenía tres consejeros  Aneirin, el Consejero de Justicia y Alimentación, Drustan, El Consejero de Sanidad y Esoterismo y Erbin, el Consejero de Educación y Cultura. Los tres eran buenos Consejeros Matriarcales, y hacían un buen trabajo de asesoramiento, pero la Matriarca no soportaba una larga conversación con ellos. Bueno... Ni larga ni corta, no soportaba hablar con ellos porque eran terriblemente aburridos para ella.

De modo que Briana y yo nos reíamos mucho cuando ella corría a pedirnos ayuda para librarla de ellos, a lo que extrañamente Briana siempre aceptaba.

Ella realmente disfrutaba molestándoles, especialmente a Aneirin, que era a quien Alanna menos soportaba.

Cuando ya eran las siete, Briana, que ya estaba cansada y aburrida de esperar a Artoria y a Kalel, se levantó y se acercó a Aneirin sonriente.

Me senté a ver el espectáculo, esto sería divertido.

-Oi Aneirin... ¿Dónde está la matriarca? – Sonrió.

-Tú deberías saberlo mejor que yo, eres la responsable de su seguridad.-La miró, ya se le notaba un poco nervioso.

Aneirin era un completo inútil con las mujeres, era caballeroso pero eso no servía de nada cuando no podías hablar con ellas sin acabar como un tomate. La simple cercanía de ellas hacía que tartamudease, ciertamente esto le daba un rasgo totalmente adorable, pero igual de inútil en mujeres.

-Ooh...- dijo Briana pasando un dedo por la unión de la túnica de mandato que llevaba Aneirin- No dentro del castillo de mandato...

-¿Q-que se supone que t-tendría que hacer yo...?- tartamudeó nervioso.

Objetivo conseguido. Briana rió y se alejó de él ya se había divertido suficiente.

De pronto llegó un comandante de la guardia de protección con el rostro alarmado. Eso significaba problemas. Se dirigió a mí e hincando una rodilla en el suelo y mirando sus zapatos dijo:

-Mi señora ha ocurrido algo horrible.- dijo encogiéndose.

Debía ser algo realmente horrible si estaba encogiéndose esperando la paliza.

-¿Qué ha pasado?- pregunte con urgencia, ya estaba realmente intrigada y no me gustaba el suspense.

-Es La Piedra de Zhor, mi Señora, Ha desaparecido.

Dios no, Alanna.

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Hola personitas!!

Lo sé, ahora mismo queréis matarme, ¿Donde está Alanna? ¿Quién la tiene?

Todo eso y mucho más... EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO!

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La Profecía de los MarcadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora