Llevo tensión en la mandíbula.

92 4 0
                                    

23 de Noviembre, 1948

Ya es domingo. Creo que no puedo esperar más a que sean las ocho. No sé por qué estoy ansiosa. La última vez que me sentía así fue cuando me invitaron a un baile. Pero eso ya tiene mucho tiempo. No puedo esperar a ver otra vez a mi "Doctorcito". Sí, ahora mi mente lo llama así de cariño. Creo que voy a enloquecer, llevo cuatro días sin dejar de pensar en otra cosa que no sea él.

Vi el reloj y ya eran casi las cinco en punto. Me fui corriendo a almorzar y a bañarme. Luego entré en este enorme dilema que sufro por ser mujer: No sabía que ropa ponerme. Eran 6:30 y yo ya debía estar en camino para llegar al pueblo. Me puse un vestido que mi abuela me regaló y creo que era la primera vez que lo usaba. Rápidamente emprendí mi viaje hacia al pueblo.

Llegué al famoso Italianni. Había mucha gente, al parecer eran burgueses o algo por el estilo. Me daba algo de miedo entrar, pero de repente ví de re-ojo a mi "Doctorcito" y no me quedó de otra que entrar. Entonces me vió y sólo me señaló una mesa que estaba casi enfrente del pequeño escenario que se había armado. Me senté y a los pocos minutos empezó su presentación. Al poco rato una canción[1] llamo mi atención. El "doctorcito" estaba cantando, sí, estaba cantando en ¡¡ITALIANO!! Y lo hablaba muy bien. Es un idioma que muy pocas veces había escuchado y no tenía ni la menor idea de lo que estaba diciendo, pero su forma de pronunciarlo y sobre todo de cantarlo me estaba cautivando. Sonará estúpido esto pero, en menos de una semana ya me estaba enamorando. Y lo peor de todo, de un señor que muy bien podía ser mi papá. Aunque cabe señalar que no era un señor común, era alguien diferente a cualquier otra persona que hubiera conocido antes.

Una hora y media pasaron volando como si hubieran sido diez miserables minutos. Cruzaron unas cuantas palabras con el encargado del lugar y el "doctorcito" volteó y empezó a caminar hacia donde estaba sentada. Creo que me sudaban las manos, estaba muy nerviosa y por lo que veo él pudo notarlo.

-Y, ¿Qué te parecieron nuestras nuevas canciones? Las compusimos en menos de dos días.

-¿Qué? ¿En tan poco tiempo?

-Sí, así es. Aunque no lo creas estás hablando con un músico muy importante. Siéntete afortunada de que hasta te va a invitar la cena hoy. La comida italiana es lo mejor que existe.

¿Qué demonios podía decirle? No me salía ni una sola palabra de la boca.

-Gracias. No sé que decirle a una persona tan "importante" como usted dice que es, yo sólo soy una campesina más.

-Yo no creo eso. Hay algo de usted que me llamó la atención desde que la vi a lo lejos. Por eso la invité a cenar.

-Quizá se equivocó de persona. ¿Ha revisado su vista? A lo mejor y no sabe si necesita usar lentes.

-Jajaja, eres muy interesante para tener tan corta edad. ¿Cuántos años tiene señorita Ale?

-La que debe preguntar eso soy yo. ¿Cuántos años tiene usted, Dr.?

-Disculpe, pero el que la invitó a platicar esta noche soy yo. Usted conteste primero y yo le responderé después.

-Está bien, está bien. Usted gana. Tengo dieciocho.

-Yo tengo cuarenta y seis.

-Demasiado bien se ve usted para tener esa edad.

Tremenda estupidez dije. Si otra persona fuera hubiera pedido que me sacaran del lugar en ese mismo instante.

-Jajajaja. ¿Ha escuchado sobre la fuente de la juventud? Yo más o menos sé cómo llegar a ella.

-No me haga reír Dr. Yo ya estoy demasiado grande como para creer en cuentos y esas cosas de magia.

Sólo quiero tu voz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora