Matrimonio químico

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- 25 de Noviembre, 1948.

Es martes y todo el pueblo anda enloquecido. Mataron a cuatro personas anoche, las encontraron sin lengua y con la garganta destrozada, pero no habían sido violadas o algo por el estilo. Tampoco se les robaron sus pertenencias. Sólo fueron torturadas sin ninguna razón o motivo. Es algo extraño, ya que muy rara vez ocurría un asesinato en el pueblo. Ahora mi madre no quiere que salga a la calle con todo esto que está pasando, y estoy furiosa porque no sé cómo podré salir mañana con el Dr. Si las cosas no mejoran en el día tendré que escaparme.


-Acaba tu almuerzo hija.

-No quiero mamá, no tengo hambre.

-Hazlo por favor, no quiero que te enfermes.

-Está bien, lo haré, pero tienes que prometerme que me dejarás ir al pueblo mañana.

-¿Y con todo esto que está pasando? ¿Quieres que te maten?

-No me pasará nada mamá, no creo tener tan mala suerte.

-No irás.

-Pero...

-Pero nada, tú no sales de esta casa hasta que yo te lo autorice.


Furiosa, salí corriendo hasta mi habitación. Tenía un dolor de cabeza infernal. Y pues como es de suponerse, planeé como escaparme mañana. Podría salir por la ventana y brincar, o por la puerta de atrás sin hacer ruido. Algo se me ocurriría.


- 26 de Noviembre, 1948.

Madre salió desde temprano a trabajar, no creo que regrese temprano hoy, es mitad de semana. Creo que no habrá ningún problema para salir de mi casa. Hermano está en su escuela y Padre está de viaje desde hace dos días. Me gusta sentir esta libertad.


Esperé que dieran las 9:00 y salí casi cerca de donde lo había visto por última vez. Pasada media hora, vi que se acercaba una persona. Era él. Traje negro con corbata y sombrero. Cualquier persona pensaría que es de una clase alta. O al menos eso aparentaba ser.

-Hola señorita. ¿Qué tal la ha pasado estos días?

-Mal. Ahora con toda esa locura de los asesinatos mi mamá planea hacer mi cuarto una prisión domiciliaria.

-Jajaja qué ocurrencias. No te preocupes, estando conmigo no te pasará nada. No dejaría que te hicieran daño. Yo estoy aquí para protegerte.

Dicho eso me abrazó.

-¿Lista para ir a mi casa? Hoy planeamos ensayar hasta que caigamos desfallecidos en el suelo.

-Claro, no puedo esperar más a escuchar su bella música.


Empezamos a caminar y en el transcurso iba pensando en que el Doctor llevaba, al menos, una semana viviendo aquí. ¿Cómo consiguió una casa tan rápido? A menos de que fuera prestada o algo, pero como la curiosidad es mi segundo nombre le pregunté:

-¿Cómo conseguiste una casa tan rápido?

-Las personas que nos contrataron tienen una casa que siempre utilizan para dar hospedaje a músicos nómada, como nosotros, aunque está muy descuidada. Pero sabes, aunque lleve viviendo unos cuantos días se siente tan bien, como si fuera un hogar. Ya me acostumbré.

Dijo mientras encendía un cigarro.

-Me imagino. ¿No extrañas tu verdadera casa?

-No tanto como quisiera. Estar de un lugar a otro hace que te acostumbres a lo que hay y a no a extrañar lo que alguna vez tuviste.

Sólo quiero tu voz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora