Me encontraba ante una de las situaciones más excitantes de mi vida. Siempre me había encantado plantearme retos complicados que me permitieran demostrar mis puntos fuertes. Y conquistar heteros era algo que se me daba extremadamente bien. Lo cierto es que ya había perdido la cuenta de cuántos hombres "heterosexuales" me había tirado y siempre acababan con la excusa de que únicamente estaban experimentando.
En clase nos habían pedido hacer unos trabajos en grupo para entregar en dos días y yo no había perdido la oportunidad de emparejarme con el nuevo fichaje de la clase, Finn. Un chico de aproximadamente 1,90, moreno, con un corte de pelo a lo tipo undercut. Solo lo había visto una vez en clase pero se notaba que debajo de esas sudaderas que llevaba con dibujos extravagantes había un cuerpo de escándalo.
Escuché cómo se abría la puerta de fuera y comencé a prepararme. Me puse sentado encima de mi cama, abrí la cámara del móvil e hice como si me estuviera tomando fotografías. Unos segundos más tarde tres golpes sonaban en la puerta de mi habitación y a continuación se asomaba la cabeza de Finn.
— ¡Hola, qué puntual! Me encantan los chicos puntuales — solté exageradamente.
Él soltó una risa tonta mientras terminaba de entrar a mi cuarto y analizaba rápidamente con sus verdes ojos cada esquina de mi habitación. No pude evitar sonreír.
— Gracias por venir, espero que no fuera mucho problema hacerte venir a mi casa cuando ni siquiera nos conocemos.
— No, no te preocupes — tardó unos segundos en contestar, se notaba que estaba nervioso. Me miró por un momento extrañado por mi posición en mi cama.
— Oye, ¿te importa hacerme unas fotos antes de ponernos con el trabajo? Necesito actualizar mis redes sociales.
Sin ni siquiera darle tiempo para que contestara le puse mi teléfono en sus manos y me coloqué encima de la cama de nuevo. Apoyé una mano sobre mi cama por detrás de mi espalda, permitiéndome inclinarme suavemente hacia atrás y me puse la otra mano por detrás de la oreja como si me apartara un mechón de pelo inexistente. Puse los ojitos de corderito más adorables que conocía y esperé a ver cómo apretaba el botón de la cámara.
Él sonrió. Le había gustado mi posición. Hora de la fase dos. Me senté totalmente sobre la cama, abriendo mis piernas e incitando a quien mirara a entrar. Noté cómo respiraba profundamente ante esta nueva postura. Sus ojos se desplazaban siguiendo la línea de mis piernas hasta la entrepierna.
Todo según lo planeado. Hora del ataque final, aquí era donde me lo jugaba todo. Me puse a cuatro patas, dejando mi culo en dirección al teléfono. Finn se mordió inconscientemente el labio inferior. Notaba cómo su calor corporal se desplazaba directamente hacia una zona en concreto: su entrepierna.
— Oh — fue lo único que pudo soltar ante mis posturas.
— ¿Qué piensas? — no recibí respuesta por su parte. Simplemente noté cómo su mano comenzaba a acariciar el gran bulto en su entrepierna por encima de la tela de los pantalones.
Levanté todavía más mi culo, dejando que se maravillara y esperando que él mismo diera el primer paso. Su mano se movía arriba y abajo siguiendo su erección, lo apretaba y lo masajeaba. Casi podía escuchar sus suaves gemidos.
Para cuando quise darme cuenta, Finn había subido a la cama conmigo y había juntado su cadera con mi trasero. Su mano comenzó a recorrer suavemente mi espalda por debajo de la camisa, acariciando cada centímetro mientras se desplazaba lentamente hacia abajo. Inclinó su cuerpo un poco para besarme. Yo no dudé en aceptar su beso.
Sus labios eran muy cálidos y el roce de su piel junto a la mía me creó una erección en cuestión de segundos. Su lengua se abrió paso dentro de mi boca buscando la mía, donde comenzaron con un baile húmedo que creaba un ambiente muy erótico y caliente.
ESTÁS LEYENDO
Relatos eróticos
RomanceEsta es una serie de historias independientes de temática homoerótica. Cada capítulo tratará una historia diferente e independiente sobre relaciones entre hombres. ATENCIÓN: Esta historia tiene contenido adulto, específicamente contenido sexual expl...