En Lugar Del Hijo, Tomaré Al Padre

Capítulo 86

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Si quería ganarse mi confianza incriminando a Aedis en primer lugar, debería haber cuidado mejor sus expresiones faciales.

Mientras miraba a los ojos de Gilbert que estaban llenos de posesividad y ambición hacia mí, me sentí disgustado.

Aedis, que me escuchaba sin interrumpirme, inmediatamente me tranquilizó con una cara normal.

"No te preocupes demasiado, esposa. Voy a averiguar."

Miré la mano quemada de Aedis.

"Pero Aedis, todavía tienes quemaduras en las manos. Estoy preocupado por ti."

"Bien."

Aedis inclinó la cabeza y giró suavemente la mano mientras yo observaba. Luego, sus dedos rojos e hinchados volvieron a la normalidad.

¿Disculpe?

¿Pudiste curarte en menos de un segundo?

¿Para que puedas quedarte aturdido incluso mientras mojas los dedos en té caliente?

"... ¿Aedis? Pregunto esto por si acaso. ¿Lo empeoraste intencionalmente?

Aedis no lo negó.

"Se siente tan bien que mi esposa estuviera preocupada por mí. Ni siquiera lo sé.

Vaya, me siento traicionado...

Mirando hacia atrás a lo nervioso que estaba hoy, fue injusto.

Aedis también se disculpó.

"Pero mi esposa estaba más preocupada por mí de lo que pensaba. Realmente no tienes que preocuparte tanto por mí.

Me levanté sin responder.

Traté de caminar hacia la escalera de caracol sin dudarlo, y la voz interrogante de Aedis me siguió.

"¿Eve? ¿Adónde vas?"

"Voy hacia abajo."

"Entonces juntos..."

¡Qué juntos!

Giré la cabeza con un propósito y pregunté sin reducir la distancia entre nosotros.

"¿Cómo me veo ahora?"

"Pareces enojado".

"Así es. ¿Sabes cuánto me preocupé por ti?

Aedis suspiró y se rió.

"Eve, ¿me veo tan débil?"

"Es porque estoy confundido entre lo que me estás diciendo y de lo que te jactas. Estoy tan enojado ahora. Si no me sueltas rápido, me iré solo.

Aedis y yo sabíamos que no había ira sincera en mi voz.

Entonces, en lugar de apaciguarme como realmente quería, Aedis dibujó una sonrisa seductora en sus labios.

"¿Qué puedo hacer, Eva?"

Bueno, ¿qué sería bueno?

Mientras recordaba los tesoros ocultos de Aedis que aún no había robado, me toqué la mejilla.

"Besame por favor."

Querer un beso de mi esposo en lugar de tener tantas joyas en la mano, creo que es suficiente.

"....."

Más avergonzado de lo que esperaba, Aedis de repente se quedó sin palabras.

No fue solo eso.