9: Un ego dormido

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—Para ponerlo en palabras simples, lo único que necesita el fútbol japonés es el nacimiento de un delantero revolucionario —comentó Ego—. Por eso, haré un experimento con los trecientos que están aquí para crear al mejor delantero del mundo. Y estás instalaciones han sido creadas para ello: Blue Lock.

Todos miraron con atención y confusión.

—Desde hoy, vivirán todos juntos mientras son sometidos al entrenamiento que he creado —dijo Ego, llamando la atención de Nagi—. No podrán volver a casa, sino, esto marcará el fin de sus carreras como futbolistas.

Todos se sorprendieron y tensaron al oírlo.

—Pero, les prometo que quien sobreviva a Blue Lock y supere a los doscientos noventa y nueve jugadores restantes, será el mejor delantero del mundo —dijo, con unos ojos tan grandes que, pese a verse muy oscuros, se mostraban determinados y confiados—. Con esto concluye mi explicación. Es un placer conocerlos a todos. 

Tras la presentación, la sala se quedó perpleja, pero Reo se mostró emocionado. 

—Eso es increíble... —dijo, volteando para dirigirse a Nagi, pero se sorprendió al ver como este se dirigía poco a poco a la puerta de salida, jugando videojuegos en su celular.

Ya se había decidido. No iba a quedarse a jugar un deporte que no le importaba, y mucho menos en un sitio donde había una persona que solo le revivía una gran incomodidad y amargura en el pecho. Sin olvidar mencionar que hacer todo el trabajo de vencer a doscientos noventa y nueve personas sonaba bastante agotador, lo cual fue el motivo suficiente para tener ganas de retirarse.

—¿Eh? Nagi, Ego se está refiriendo a ser el mejor del mundo, esto no es cualquier cosa —dijo Reo, yendo tras Nagi.

—Me voy a casa —respondió Nagi, sin quitar la mirada de la pantalla de su celular—. De trecientos solo puede quedar uno. Va a ser muy complicado. No tengo la motivación, va a ser imposible para mí.

Nagi apenas pudo rozar la manija de la puerta con los dedos. Nagi, extrañado, volteó y vio como Reo lo tomaba del brazo. 

—Hey, espera Nagi —dijo Reo—. Los dos podemos hacerlo, vamos a comenzar participando.

—¿A qué te refieres con los dos juntos? —preguntó Nagi, confundido—. Ese hombre ha dicho que jugaremos hasta que solo quede uno —dijo, y devolvió la mirada a su celular para jugar—. Eso significa que algún día nos convertiremos en enemigos —destacó Nagi.

Reo lo miró con sorpresa mientras Nagi seguía jugando, hasta que perdió, acompañado por el clásico ruido que señalaba el "game over".

—Ah, morí.

Reo se mantuvo pensativo y Nagi, justo cuando iba a volver a tomar la manija de la puerta, escuchó como Ego vociferaba con euforía:

—No se puede ser el mejor delantero del mundo sin ser el mayor egoísta de todo el mundo —dijo, acomodándose los lentes de marco negro grueso—. Ahora, gemas sin pulir, les haré una última pregunta.

Nagi y Reo se volvieron para escucharlo.

—Imagínense que están a la final del mundial, donde hay ocho mil espectadores, y estás en el campo.

Nagi, escuchando con atención, no dejó de imaginar todo lo que decía Ego.

—El marcador está empatado cero a cero, y es la segunda mitad del partido a unos segundos de terminar, donde solo queda una última jugada. 

Nagi, inevitablemente, se imaginó recibiendo un balón de fútbol con el lateral de su pie derecho de un compañero que, en términos de videojuegos, él lo consideraría un NPC. 

Detrás del egoísmo || Blue Lock || Nagi x IsagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora