3. Saga Cree en mí - Heavy Crown

Doce. ¿Quien será la siguiente?

Me senté en la cama de Austin y observé su rostro magullado. Habíamos discutido porque él no quería decirme quienes eran esos hombres y por qué habían hecho eso. Él paseaba de un lado a otro por su gran habitación, esa que había dejado hacía un año para irse a vivir solo.

Había muchas cosas que no sabía y eso me molestaba. Ya que estaba metida en el ajo, tenía derecho a saberlo. No entendía nada. Cada día estaba más confusa que el anterior, tenía más miedo y a veces lo único que deseaba era volver a Nueva York y sentir la seguridad que me proporcionaba mi casa. Allí todo estaba tranquilo, nada de secretos, persecuciones, secuestros...

Allí pasaba desapercibida, cosa que aquí no.

Miré mis uñas, estaba cansada, física y emocionalmente. Quería que papá y Austin me contaran todo, y así, poder quedarme tranquila.

- Tengo miedo - le dije - Por eso quiero que me lo cuentes.

Austin me miró y negó con la cabeza, frustrado. Rodé los ojos y me levanté de la cama. - ¿Dónde vas? - me preguntó.

- A casa, no hago nada aquí. Ya te he visto y he estado un rato contigo, viendo que no me das respuestas...

Caminé hacia la puerta y él se apresuró a cogerme del brazo. - Quédate.

Suspiré y me giré. - ¿Quién eres, Austin?

- Solo soy un chico normal, de diecinueve años.

- ¿En qué estás metido?

- En nada, Alice. Crees que todo esto es por mí, yo también lo creía, pero no. Mi abuelo ha averiguado algo, y todo esto es por tu padre.

- ¿Que sabes? - Austin soltó mi mano y se sentó en el borde de la cama.

- No creo que quieras saberlo, tu padre es quien debería de contártelo.

- ¡Austin, por favor! - rogué. Me puse frente a él.

- Él mataba a gente por dinero - mi corazón se encogió y dejé de respirar un momento.

Imposible. Mi cerebro no procesaba la imagen de mi padre matando a alguien. Apretando un gatillo o simplemente matándolo con sus propias manos. - Imposible - dije.

- Nena, es cierto. Justin Bieber, uno de los hombres de Parker.

- ¿Parker?

- Su jefe.

Llamaron a la puerta y Anna asomó su cabeza. - Siento interrumpir, ¿Te quedas a cenar, Alice?

- No lo sé. Hablo con mi padre y se lo digo.

- Vale, no tardes - asentí y ella cerró la puerta.

- Podrías quedarte a dormir conmigo.

- No puedo, lo sabes, y más ahora que vuelvo a estar recluida, no salgo de casa sola.

- Eso está bien, no quiero que te pase nada. Llama a tu padre y pregúntaselo.
Papá me dejó cenar allí, así que estábamos sentados en la mesa, Anna, Austin y yo. Ni rastro de su abuelo.

Anna hablaba animadamente sobre su último viaje a Paris, donde me contaba cómo era todo aquello.

- Ojalá algún día puedas venir, te encantará - No lo dudaba.

Anna transmitía confianza y no dejaba que sus ojos verdes te intimidaran, como deberían de haberlo hecho. Me contó que no tuvo una infancia fácil, y que por eso no quería que Austin pasara por lo mismo.

- Se lo que es no vivir con un madre - ella apoyó su mano en mi rodilla. - Mi madre falleció cuando yo era pequeña, ni siquiera la recuerdo bien, a no ser por las fotografías que tenía mi padre.