Prólogo: Exegol

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La última batalla contra la Orden Final había terminado. 

Poe Dameron, Finn, Rose y el resto de los rebeldes lloraban a sus caídos. Entre ellos estaba Rey. 

Ben Solo veía desde la distancia cómo Poe se llevaba en sus brazos a Rey hacia el Halcón Milenario mientras todos lloraban por su partida. Le hubiera gustado ir con ellos y darle propia sepultura a tan gran heroína, pero no podía mirarlos a la cara después de todo lo que había hecho. Él debería de haber muerto peleando contra el Emperador, no Rey. 

Después de haber acabado con los Caballeros de Ren y haber ayudado a Rey a derrotar al último Sith, su viaje debería de haber terminado, pero no lo había hecho. La Fuerza deparaba más para él. 

- ¿Qué debo hacer ahora? -Ben preguntaba mientras estaba en un laboratorio del Emperador. Estaba rodeado de "Snokes". Clones de su mentor que años atrás lo había guiado en la senda del Lado Oscuro-. Necesito tu ayuda, tío... -clamaba Ben.

- Te preguntas qué debes hacer ahora, ¿no es así? -le contestó el fantasma de Luke Skywalker. 

- Necesito guía. He hecho daño irreparable. Soy irredimible.

- Yo creí en mi padre hasta el final. Todos pueden redimirse. 

- ¿Incluso alguien como yo?

- Especialmente alguien como tú. Yo me equivoqué al intentar asesinarte. Es un error del que siempre me arrepentiré, y ayudó a ponerte en la senda del lado oscuro. Jamás podré perdonarme por eso.

- Cada uno elige sus decisiones. Yo elegí ese camino. No tienes la culpa, tío.

- Estaré para ti si me necesitas, Ben -y dicho esto, Luke se desvaneció.

Ben se quedó solo, rodeado de tubos de ensayo, máquinas defectuosas y antiguas, y clones fallidos. Tenía en su cintura el sable láser de su abuelo, Anakin Skywalker, El Elegido, y el de su madre, Leia Organa Solo. Sentía que no era correcto dejarlos en un lugar como Exegol, y necesitaba un recuerdo de Rey, y de su propio legado. El arma de Anakin estaba manchada con la muerte de cientos de inocentes, pero también había sido usada para defender a los débiles y desvalidos, y Ben creía que podía usarla para hacer el bien.

Ben recordaba de sus días de Jedi haber leído sobre historias de redención. El holocrón que había estudiado aquella ocasión contenía información sobre Las Épicas de Qel-Droma, los cuales eran una serie de poemas épicos describiendo la vida de Ulic Qel-Droma. Qel-Droma había sido un Jedi que luego se convirtió en un Señor de los Sith y estuvo en guerra en contra de la República hace unos 4000 años atrás. Tenía como maestro al Sith Exan Kur, y junto a él hicieron un daño irreparable en la galaxia. Después de asesinar a su hermano, Cay Qel-Droma, en batalla y darse cuenta de todo el daño y las muertes que causó, Ulic fue despojado de su conexión con la Fuerza por Nomi Sunrider, una antigua aliada e interés amoroso. Ulic pasó el resto de sus días en exilio en el planeta Rhen Var, donde por cosas del destino entrenó a Vima Sunrider, hija de Nomi, encontrando finalmente la paz interior antes de ser uno con la Fuerza.

Ben tenía claro lo que debía hacer. Antes de comenzar su viaje destruyó todo lo que pudo encontrar en relación al Emperador y su tecnología de clonación en Exegol. Ya tenía suficiente de clones y regresos. Acabó con estatuas, templos, y laboratorios usando todo su poder y su sable, borrando así todo recuerdo y vestigio de los Sith.

El planeta era fuerte en el lado oscuro, así que no podía hacer mucho por este y las viles criaturas que lo habitaban, pero al menos cumplió su cometido. 

Luego de esto, Ben Solo subió a su caza TIE, y dejó Exegol atrás. Kylo Ren finalmente había muerto.


Ben Skywalker: A Star Wars StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora