4: El chico del bosque

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Un silencio tenso se formó entre ambas partes. No hubo un intercambio de palabras ni sonido alguno, la desconfianza flotando muda alrededor de ellos ante el repentino encuentro y aquella extraña pregunta.

El chico de gafas negó con la cabeza, apartando la mirada de Rubius, al que había confundido con una tal "Rubí" y girándose hacia su cerdo cuando lo escuchó gruñir.

—Ya entendí. Ve a casa, puerco.

El animal, sorprendentemente, hizo caso, yendo directamente hacia la cabaña a sus espaldas y lanzándole al híbrido azabache lo que parecían ser miradas resentidas. La puerta abierta de la cabaña dejaba ver un espacio pequeño y simple, lo suficientemente grande para albergar a una persona y su mascota.

Y sin las condiciones necesarias para tratar a un enfermo.

Spreen apretó sus manos en puños, sintiendo sus largas garras clavarse en su palma.

¿Realmente ese viejo los había engañado?

Una vez el animal entró por la puerta para ocultarse en el interior del hogar, el chico volvió a verlos, esta vez frunciendo el ceño y alzando un dedo acusatorio en su dirección mientras colocaba la otra mano en su cintura.

—Hey, tú, el de la máscara de oso negro. ¿Te divierte mucho intimidar a la mascota de otros?

El grupo parpadeó confundido ante el temerario arrebato del aparentemente no muy listo chico, quien de la nada comenzó a regañar a un hombre de complexión física mucho más grande que la suya y armado, estando él por el contrario con apenas un pijama, pantuflas de conejo y nada en manos para defenderse.

Ignorando el reclamo, el mencionado se giró hacia sus amigos.

—Che, creo que nos equivocamos.

Todos asintieron a la par, dando media vuelta para alejarse de ese sitio y comenzar a buscar por los alrededores a Shadoune, quien muy seguramente ya habría encontrado al médico que aún esperaban que existiera de verdad.

— ¡Hey, te estoy hablando, tú, oso de...! Mierda, ¡¿ese chico tiene una flecha clavada en el estómago?!

Tras aquel grito, pronto el chico estaba corriendo hacia ellos con una expresión preocupada. Rubius dio un paso atrás, sorprendido por la repentina cercanía. Quakity colocó un brazo frente a Spreen, quien intentó interponerse entre el tipo entrometido y su amigo herido, impidiendo su avance y observando sus acciones. A pesar de la primera impresión, no parecía hostil a ellos, sino todo lo contrario.

El desconocido observó de pies a cabeza al chico inconsciente y pálido entre los brazos del otro. Tomó su delgada muñeca, buscando el pulso con sus dedos con una practicidad que sólo la experiencia traía consigo mientras su vista no se apartaba del vientre ensangrentado, donde aquel objeto contundente permanecía clavado desde hace un largo rato.

— ¿Cuánto tiempo ha estado así? —preguntó, dándose cuenta de los labios morados del chico y las respiraciones cada vez más lentas que tomaba.

—Poco menos de dos horas.

— ¿DOS HORAS? —gritó atónito. — ¡¿Y por qué han estado paseando a su amigo por todo el pueblo antes de llevarlo con un médico?!

A pesar de que quisieron objetar, el regaño les había calado muy profundo. Sabían bien que por un descuido al no investigar correctamente, habían perdido valioso tiempo en el que podrían haberle evitado el dolor a su amigo, por lo que no dijeron palabra alguna y simplemente se apartaron. Sin poder evitarlo, debajo de su casco, las orejas de Rubius y Spreen se agacharon demostrando la preocupación y culpa que sentían.

Médico brujo - Magicbear fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora