5: Problemas

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Antes del anochecer, el cielo se encontraba completamente despejado. Diversas formaciones de aves paseándose por el lienzo azul acompañaban el atardecer que teñía de tonos rosáceos y naranjas el mundo, dando paso a la noche llena de estrellas resplandecientes y a la esplendorosa luna con su hermoso brillo plateado.

Ninguna nube se atrevió a interferir con tal vista, como si aquella escena hubiera sido escrita, planeada y ejecutada diligentemente por actores bien dirigidos. Sin embargo, en ese momento en específico, una terrible tormenta se comía el mundo fuera de la cabaña. Si en la tarde de ese mismo día alguien les hubiera dicho que tal cosa pasaría, por supuesto, no le hubieran creído.

Innumerables truenos hacían retumbar los cristales de la casa, la cual parecía quedarse pequeña para albergar a cuatro chicos en plena flor de juventud, quienes muy conscientemente elegían los espacios más alejados para apartarse de sus pares. La tensión presente, palabras que morían por decir como un elefante invisible en medio de la habitación; la paciencia agotándose aun cuando el silencio reinaba.

—Es un tremendo hijo de puta.

Murmuró molesto en la que sería la sexta —o quizás la octava o novena, tal vez incluso más, todos habían perdido la cuenta— vez que el híbrido pelinegro lo mencionaba, desde el momento aquel en que sus amigos lo obligaron a salir de la cocina para evitar roce alguno con el médico.

Algo en su interior realmente lo molestaba. Era extraño, no era la primera vez que alguno de los miembros del team se lastimaba, sin embargo, algo en esa situación donde el médico estaba involucrado no terminaba de convencerlo. Spreen lograba captar algo en ese hombre. Un olor raro y desconocido que nunca había olfateado antes.

Sabía que Rubius no se había percatado, después de todo, su nariz hacía muchos años no lograba captar olores con la precises característica de un híbrido de su especie. No después de la dura vida que experimentó y heridas que no lograron sanar correctamente. Sin embargo, Spreen sí podía.

Lo había sentido cuando lo encontraron por primera vez y se acercó a ellos al percatarse de Missa, aquel aroma desconocido llegando a él con una brisa suave. Luego, pareció desvanecerse, sólo para volver con intensidad cuando desapareció unos minutos y volvió a la cocina tiempo después. Un objeto extraño y desconocido oculto entre su ropa con un olor similar, pero con marcadas características diferentes, justo al momento en que los echó del lugar.

Su desconfianza sólo aumentando cuando aprovechando que sus amigos lo retuvieron, Juan aseguró la puerta de la cocina desde adentro para evitar que entraran.

—Lo siento, no rompan nada, porfi. Cuando acabe abriré, lo prometo.

Hubiera derribado la puerta a patadas si no lo hubieran detenido; les hubiera dicho sobre el extraño olor en él si no lo hubieran ignorado y mandado a callar sin escucharlo antes.

Debajo de su casco, las orejas del híbrido azabache se movían con un tic nervioso reflejando su molestia, sin embargo, gracias a la máscara y a ese metal en su cabeza, lo único que podían ver era a un hombre insultando a un tipo que les había tendido una mano amiga en un momento desesperado.

— ¿Puedes dejar de ser un pinche histérico, por favor? Tendrá sus motivos para no querernos ahí, déjalo hacer su pinche trabajo. —regañó Quakity, sin poder callar más y harto del que definió como un berrinche del oso.

— ¿Pero por qué vos estás tan tranquilo? Ni siquiera lo conocemos y Missa está indefenso.

— ¿Indefenso? ¡Indefenso, dice! —una risa sin gracia salió de los labios del contrario. —Es un médico, Spreen. Su trabajo es cuidar de tipos indefensos, no matarlos. Que tú seas un desquiciado psicópata que haría exactamente eso, no significa que los demás también lo son.

Médico brujo - Magicbear fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora