Por suerte, mis preocupaciones fueron en vano, ya que el hombre no me había seguido. Llegué sana y salva a la botica y conseguí un descuento para la medicina de Luca con las hierbas que había reunido.
—¿Eh? ¿Para Luca? —preguntó el herborista, mirándome con extrañeza.
Sonreí torpemente ante su mirada incrédula. Empezaba a acostumbrarme a la incredulidad de todos. Levanté la barbilla descaradamente.
—También voy a comprar salchichas para darle fuerzas, así que necesito una buena oferta en medicinas. Sé que andas escaso de hierbas porque todo el mundo está muy ocupado con el Festival de Mayo —dije.
—¿Pero qué...? Esta bien, de acuerdo —dijo el herbolario con una sonrisa como si no supiera qué pensar.
Su risa sonó vacía, todavía estupefacto. Sin importar su reacción, sonreí para mis adentros mientras contaba las pocas monedas que había conseguido sacarle. Llevé el dinero a la carnicería y compré salchichas.
Prepararía un pot-au-feu(1) con eso, las zanahorias, los nabos y el bouquet garni(2) que tenía en casa. Sintiéndome orgullosa con mi botín de medicinas y carne, me dirigí a casa alegremente. De repente, me encontré con un grupo de mujeres jóvenes, más o menos de mi edad, reunidas en una esquina del pueblo. Cuando me acerqué, gritaron mi nombre.
—Oh mira, es Judith.
—¿De dónde vienes?
—¿Qué? —Me tomaron desprevenida. Miré a mi alrededor, sin saber a dónde querían llegar.
El miembro más valiente del grupo me lanzó una mirada gélida y celosa. Era Leah, la que había mencionado Thomas.
«¿Qué hace aquí? Creía que estaba ocupada coqueteando con algún noble caballero.»
Debió de captar algo de mi mirada porque su cara se retorció como si su orgullo estuviera herido. Inmediatamente ocultó sus verdaderos sentimientos y actuó con despreocupación.
—Hace un rato había un joven noble, así que intenté seducirlo, pero sólo quería saber dónde estaba tu casa. Supuse que estarías en casa, haciendo uso de tus artimañas con él, pero supongo que no —dijo.
—¿Qué? ¿Un noble? —Le dije.
—Sí. Vestido como un general, con un buen cuerpo. Un poco brusco e intimidante, pero no importa. ¿No lo conoces? —preguntó ella.
¿Por qué un hombre con uniforme militar estaría buscando la casa de los Maibaum?
—Espera... —dije cuando de repente se me vino a la cabeza un pensamiento: lo siguiente que sentí fue que mi cara se puso pálida.
Seguro que éste no era el año en que Ruediger venía a buscar a Luca. En la novela, Luca tenía sin duda diez años cuando partió hacia Winterwald.
Fue entonces cuando me di cuenta de mi error.
«¡Judith Maibaum! ¿Eres estúpida? ¿Cómo puedes no saber la edad de tu propio sobrino?»
Mi suposición de que faltaba un año se debía enteramente a la memoria distorsionada de Judith. Ella realmente pensó que su sobrino todavía tenía nueve años.
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Haré un esfuerzo para cambiar el género
RomanceDesperté dentro de mi novela favorita, no como el protagonista, Luca Winterwald, sino como Judith, su tía maltratadora y el primer personaje en morir: ¡es hora de reescribir la historia! Entregaré a Luca a su cariñoso y añorado tío, como estaba prev...