Haré un esfuerzo para cambiar el género

8.

La atmósfera en la habitación se volvió fría. A Luca no le importaba. Se aferró a mi cintura y gimió como si el mundo se estuviera acabando.

—Ejem —Ruediger tosió ligeramente como si estuviera luchando por ordenar sus pensamientos—. Señorita, creo que me dijo que era la tía de Luca.

Efectivamente, ahora había captado claramente el mensaje de que yo era la madre de Luca.

—Eso es porque lo soy —dije en voz baja con frustración.

—¡Mamá, mamá!

Ante la mención de la palabra tía, Luca se puso a trinar la palabra mamá una y otra vez como un pajarito. A este paso, negar que yo fuera su madre sólo me haría parecer una madre insensible que intentaba abandonar a su hijo.

Genial, mi recompensa por intentar no ser una tía sin corazón fue convertirme en una madre sin corazón.

«Luca, ¿cómo pudiste hacerme esto? ¿Nunca has oído hablar de no morder la mano que te da de comer?» Lo miré con un fútil sentido de resentimiento. En ese momento, nuestros ojos se encontraron mientras él me echaba un vistazo a la cara. Sus ojos azules ardían con obstinado apego. ¿Por qué en el mundo? ¿Podría estar intentando llevarme a Winterwald con él insistiendo en que yo era su madre?

¡Ja! Seguramente no. Sólo estaba armando un gran escándalo porque todavía estaba en shock por lo de su tío sorpresa. Necesitábamos explicarle todo un poco mejor y él lo entendería. Ni siquiera éramos tan cercanos. Era ridículo pensar que llegaría tan lejos como para insistir en que yo era su madre para llevarme a Winterwald con él.

Absolutamente ridículo. Las cosas no salieron tan bien como esperaba. Ruediger todavía nos miraba con expresión agria.

—No estoy completamente segura de lo que acaba de pasar, pero si realmente eres una madre para él... eh... incluso si solo eres su tía. No sería correcto llevarlo solo a Winterwald. ¿Cómo podríamos separar a una madre y un niño? ¿Por qué no lo acompañas? —dijo.

«¿Qué? ¡No! ¿Por qué entraría yo en el escenario central en la obra de venganza?» Sentí pena por Luca y lo extrañaría, pero no tenía la menor intención de seguirlo a Winterwald. Tendría un objetivo en mi espalda en el momento en que llegara allí.

Mi simpatía y lástima sólo se extendieron a las fronteras del Pueblo de Emden. Sacudí la cabeza y agité las manos desesperadamente.

—Oh, no, prefiero un ambiente rural.

—Dijiste que querías vivir en un castillo como una princesa —interrumpió Luca, repentinamente capaz de refutar racionalmente cuando hace un momento estaba llorando incontrolablemente. Sus brillantes ojos azules brillaron precozmente.

Ignoré su objeción y recité urgentemente las razones por las que tenía que quedarme en Emden.

—Estoy satisfecha con mi vida humilde.

—Dijiste que querías un anillo de diamantes para cada dedo.

—Mis gustos son sencillos. La comida fina hace que me duele el estómago.

—Dijiste que tu único deseo en la vida era un bocado de filete de ternera.

Lo miré sin decir una palabra. ¿Cómo podía tener una respuesta para cada excusa que se me ocurría? Seguro que recordaba sorprendentemente bien lo que dijo Judith. La propia Judith no podía recordar nada de eso.