"Cita"

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Capitulo 4

Había una parte de la historia que Alastor no entendía, no le pasaba por su mente que el pudiera hacer semejante acto.

Se miraron a los ojos y los dos entendieron el corazón del otro. Lo peor había pasado, habían sobrevivido juntos a ese infierno. Se estaban abrazando y Anthony sentía el corazón latir de su amado y le llenaba de felicidad.

-Así que estás vivo—enterró su nariz en el pecho, aspirando el agradable aroma.

-Me alegro estarlo, solo para verte—se sonrojo, no pensaba que el castaño fuera tan cursi, tan elocuente.

-Te amo—se aventuró el ojiazul. Fue rápidamente correspondido, sellando las palabras con un beso de puro amor”

No entendía porque el perpetuador escribiría algo tan íntimo ni tampoco entendía, como el podría llegar a tener tanta intimidad con alguien. A duras penas dejaba entrar a su vida a Husk (y con varias reglas) ¿Cómo iba a dejar que alguien más entrara así a su vida? Intentó olvidarlo, tenía que seguir entrevistando a todos los del curso, pero la verdad era que no estaban obteniendo resultados. Solo sabían los chismes que circulaban por los estudiantes y eso no le interesaba en lo más mínimo. Aunque hubo algo que le llamo su atención. Una mujer, amiga de Anthony, dijo algo que le dejo la sonrisa congelada en el rostro. Husk y Anthony se habían acostado aquel día en la fiesta.

-Yo los vi en la pista de baile y después desaparecieron de la fiesta ¿No será que el tiene algo que ver?—la mujer se cruzó de brazos. Alastor miro sorprendido a Husk quien se encogió de hombros. Él también los había visto en la pista de baile, pero ya a llegar a tener una experiencia sexual, no se lo esperaba ni en mil años. Algo que no sabía describir, crecía en su interior, por ello decidió evitar al pelinegro a toda costa hasta aclararse. No quería ver a su amigo, lo evitaba por los pasillos, no le respondía los mensajes y siempre tenía una excusa para no juntarse con él. Ni Husk ni el mismo entendían aquella escurridiza actitud.

-Debo estar cansado—se excuso el castaño y se metió de lleno en los estudios. Ya no quería seguir pensando en aquel tema. Anthony se sintió aún más traicionado por aquella gente pero no podía negar lo obvio, se había acostado con Husk y ahora Alastor lo sabía y se sentía aún peor con todo este tema, sin contar con el extraño comportamiento del de ojos rubí ¿Le había afectado la noticia?

**

Por otra parte Anthony aún estaba hundido hasta el cuello en aquello, tratando de pillar al perpetuador. Por suerte no habían revelado el autor de la historia, si lo hicieran, sería su fin. Estaba junto al pelinegro, en un restaurant de comida rápida, comiendo papas cuando su celular sonó, llegando un mensaje

“Querido, espero que me hayas extrañado. Quiero darte tu próxima misión y es: salir de cita con Alastor”

Anthony pego un salto y un grito que asustó al de ojos ámbar.

-¿Estás bien?—

-No, no lo estoy—sus ojos se pusieron acuosos. Husk se preocupo pero no lo quiso presionar, el hablaría si es que quería.

-Si quieres decirme, aquí estoy—el ojiazul levantó la vista y admiro aquel buen amigo. Después de ese encuentro se habían acercado, pero sabían que ninguno de los dos tenía atracción por el otro, era simplemente deseo lo que habían experimentado (con un poco de alcohol) y habían quedado de buenos amigos. De hecho, el pelinegro le contó que Alastor había estado evasivo aquellos días y no entendía el porque.

-Un imbécil me está extorsionado—estaba desesperado, necesitaba sacárselo del pecho.

-¿Cómo? Eso es grave—

-No te preocupes, no atenta contra mi vida—

-¿Y que es lo que está pidiendo?—

-Que tenga una cita con Alastor. Estoy jodido, ni en un millón de años aceptaría—Husk quedó en silencio analizando aquella situación. El rubio agradeció que no hiciera preguntas más allá.

-Creo que tengo una idea. Cómo te conté está muy raro, lo iré a buscar a su casa y le pediré que salgamos. Ahí entras tú ¿Eso bastaría, no?—A Anthony se le ilumino la mirada y dijo gracias hasta cansarse.

-Eres el mejor amigo que puedo tener—sonrió.

-Lo sé –los dos rieron.

**

Husk llegó a la casa del castaño y éste con la cara de pocos amigos lo dejo pasar a su morada. Vivía solo, sus padres murieron en un terrible accidente años atrás. Le dejaron una cuantiosa pensión y por ello podía mantenerse holgadamente. Todo en su departamento estaba perfectamente ordenado, nada salía de su lugar, además de estar todo limpio hasta el fondo. Alastor le pidió que se sacará los zapatos al entrar y que trataran de no tocar nada. Husk lo conocía y lo aceptaba tal cual era, sabía lo enfermizo que era con la limpieza.

-¿Y bien? Dime el motivo de tu visita sin previo aviso—se cruzó de brazos un poco molesto, odiaba que llegaran sin avisar.

-Vamos, no entiendo el porqué estás tan enojado conmigo—se sentó en uno de los sillones. Alastor miro todo aquel movimientos tomando nota de que limpiar más tarde.

-Bueno… —no sabía cómo explicarse. No podía decirle que el motivo de su enojo era el pequeño encuentro con el rubio, porque no tenía sentido. El era su amigo, podía hacer lo que quería.

-Ni tu sabes bien—sonrió—olvidémonos de todo y vamos a comer—el castaño lo pensó por un momento, pero su amigo tenía razón, no iba a perder a su único ser cercano por una tontería. Asintio y los dos se dirigieron a una cafetería en el centro, la única que el de ojos rubí toleraba. Era limpia, buena atención y sobre todo tenían los alimentos que les gustaba. Se sentaron en una mesa y cuándo ya estaban listos para pedir apareció el rubio enfundado en un hermoso vestido con tela tartán de color rojo que hacían resaltar su blanca piel. Ojos delineados, cabello perfectamente peinado, todos alrededor aguantaron el aliento al ver ese ángel que se acercaba a la mesa.

-Que coincidencia—intentaba actuar natural pero debía admitir que estaba más que nervioso.

-Anthony, que bueno encontrarte—el pelinegro le dedicó una media sonrisa, mientras el castaño se puso a la defensiva en su asiento, no entendía como los había encontrado.

-Estaba paseando y los vi desde el escaparate, espero que no les moleste—su voz temblaba levemente, sus manos paseaban inquietas por su vestido.

-No, nada ¿Cierto Alastor?—el castaño asintio automáticamente. El ojiazul se sentó en un ambiente lleno de tensión, nadie decía nada. Pidieron su comida y el silencio siguió tal cuál. Anthony estaba a punto de llorar, de verdad que no le gustaba nada al amor de su vida y eso le destruía el corazón.

-¿No has vuelto hablar con Cherry?—preguntó el pelinegro, ya habían llegado sus comidas.

-No, me di cuenta que no eran verdaderos amigos—su mirada se había vuelto melancólica.

-Es mejor así, podrás conseguir nuevos amigos y mejores—era la primera vez en todo ese tiempo que Alastor abrió la boca para decir algo. Anthony sonrió asintiendo, sintiéndose mejor. Así decidieron moverse a un parque de diversiones pero justo en ese momento el pelinegro se excuso, diciendo que tenía otro plan y se le había olvidado.

-Pero tienes la entrada comprada –había abogado el castaño.

-No se preocupen, pueden botarla. Debo irme—y así los dejo a los dos inexpertos en aquella “cita improvisadas”

-Bueno, creo que debemos irnos también –Alastor estaba avanzando hacia la salida cuando sintió unas manos que lo detuvieron.

-P-pero, ya tenemos las entradas ¿Por qué no aprovecharlas?—

-¿Estás seguro? Nosotros jamás hemos estado en este tipo de situaciones, puede salir mal de muchas maneras—

-No, no te preocupes. Divirtámonos—sus mejillas estaban a fuego vivo, no podía creer que le estuviera pidiendo a Alastor salir.

-Esta bien, vamos—los dos entraron al parque.

**

"XOXO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora