"Una montaña rusa de emociones"

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Capitulo 5

Un pequeño detallito se le había olvidado al rubio y era que le tenía terror a los juegos de altura y velocidad. Estaba tan enfrascado en su cita y la dicha de estar con Alastor, que lo había olvidado por completo. Empezó a sudar en frio cuando en frente suyo apareció una gran montaña rusa, el castaño parecía emocionado, sus ojos brillaban de manera inusual y una sonrisa genuina se instaló en sus mejillas. Corrió, llamándolo, para que se subieran a cada juego. El rubio padeció un infierno subiéndosea cada juego, intentado no llorar y aguantándose el miedo pero su cuerpo lo delataba, temblaba y sudaba a mares. En cambio, el de ojos rubí gozaba como un niño, riendo, gritando, no dándose cuenta del suplicio de su compañero. El último juego fue la noria, alta e imponente, se subieron en una casilla y Anthony la encontró claustrofóbica. El castaño admiraba las vistas privilegiadas, el sol se estaba poniendo detrás de las montañas y por primera vez en aquel rato, se había dignado mirar a su acompañante. Se le veía temeroso, con los ojos llorosos a punto de rebalsar, temblaba levemente y se mantenía abrazado a su mismo.

-¿Tienes miedo?—silencio. Anthony lo miro y ya no pudo contenerse más, empezo a llorar todo lo que su corazón daba.

-S-si—respondió en susurro. Tenía un terror vivido en aquella caja flotante, nada se le podía comparar a la imponente noria. Ante cualquier movimiento, la cabina se movía sin cesar y cuando eso pasaba, el rubio ahogaba un grito. Alastor se sintió culpable, no tenía idea que su compañero le tenía terror a aquellas atracciones, había pasado todo el día ensimismado en su propio mundo. Decidió levantarse ante la mirada asustada del ojiazul y se posicionó en el asiento al lado del cuerpo níveo. Alargó los brazos y lo rodeó con ellos, no sabía cómo consolar gente pero había visto un abrazo una infinidad de veces, sabía que funcionaban bien. Anthony quedó más que sorprendido, pero aquel gesto le había funcionado, dejo de temblar y podía sentirse más seguro en aquellos brazos cálidos y aquel pecho aromático.

-¿Estás mejor?—

-Gracias—cerro los ojos correspondiendo al abrazo, pronto la noria dio la vuelta completa y el encanto se rompió, se dejaron de abrazar y bajaron de la atracción.

**
Habían decidido ir a comer algo, se sentaron bajo un silencio incómodo, nadie sabía que palabras decir ante lo que había pasado. Se sentaron en un puesto callejero y los dos pidieron algo, Alastor pidió solo agua en botella, no confiaba mucho en la higiene de aquellos lugares dudosos.

-No me había dado cuenta de tu temor, lo siento—hizo una pequeña reverencia formal.

-No te preocupes, no es para tanto—

-Estuve tan ensimismado…—

-De verdad que no es nada—se estaba poniendo nervioso, una sonrisa tétrica le dedicó.

-Si que lo es, porque no entiendo mucho a la gente—se rasco la cabeza—además no entiendo porqué quisiste quedarte, se que tu grupo me encuentra raro, los escuché—frunció el ceño. Anthony lo miro y se sintió muy culpable ante ello. Hubiera querido gritarles que no se metieran con Alastor.

-Es mi culpa, debí decir algo, yo no te encuentro raro—Alastor se sorprendió ante aquello. Nadie lo bancaba, solo Husk había decidido quedarse con él.

-¿Estás seguro? Yo sé que tengo mis cosas—un leve sonrojo se instalo en sus mejillas.

-No me importa, todos tenemos nuestros cuentos—comió un poco de su comida, su hambre había vuelto al estar hablando con el castaño. Siguieron conversando banalidades, el de ojos rubí había cambiado el tema porque no sabia cómo abordarlo. Ya en su casa reflexionó sobre las palabras del ojiazul y sonrió pensando en él. Le hablo a Husk por teléfono, contándole su día y que había cambiado su percepción de Anthony. Husk sonreía al otro lado del teléfono, pensando que su amigo por fin estaba agarrando vuelo y conociendo a más gente(y quién sabia que más)

"XOXO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora