11| DANGEROUSLY

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I loved you dangerously/
Te ame de una manera peligrosa.
-Dangerously, Charlie Puth.

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-¿Dónde está mi llavero, Aryl?

No me gire hasta que estuve segura que no tenía la expresión de culpabilidad en el rostro.

-No se.

-Tú lo tenías.

Una muy buena utilización de una conjugación en pasado, lo tenía porque ahora lo tiene Derek. Él me lo quito aquel día que nos vimos en mi cumpleaños, cambiándolo por una pulsera de color negro. Misma que llevaba puesta en mi muñeca derecha desde ese día.

El llavero en cuestión se trataba de un corazón felpudito en color negro que cargaba conmigo en la mochila desde hace meses.

-Creo que lo perdí -mentí con una sonrisa de culpabilidad.

-Me lo debes -mascullo de mal humor y se marchó de la habitación.

Asentí sin decir más y saque mi móvil para escribirle a Derek.

Aryl:
¿Cuándo me devolverás el corazón?

Derek:
¿Devolver? Tú corazón se queda conmigo o de lo contrario me dejaras de querer.

Bien, me confundí. Pido perdón, pero a veces me pierdo en lo que dicen.

Aryl;
¿De qué corazón estás hablando tú?

Derek:
¿Del que te robe?

Genial, ni él sabe de que habla ahora.

Aryl:
¿El llavero?

Derek:
Ah, ese... haberlo dicho antes. Fue una trato justo, tu llavero por mi pulsera.

Aryl:
Del verbo: no me lo vas a devolver.

Derek:
De ese mismo.

La sonrisa fue inevitable, de cierta manera Derek se había robado mi corazón y ese echo no me molestaba en lo absoluto. Tampoco es que le hubiera costado mucho hacerlo.

Aryl:
Eres un tonto.
Y un flojo.

Derek:
Y tú eres una chica loca y fea.

Aryl:
Disculpa, yo soy preciosa.

Derek:
No lo pongo en duda.
Pero estás loca.

Aryl:
Aún así me quieres.

Derek:
¿Quién ha dicho que te quiero?

Aryl:
¿Ya no me quieres?

Derek:
No.

No es que de verdad creyera en sus palabras, al menos no en su totalidad, porque una parte de mi sintió por un momento que él realmente estaba siendo sincero y ya no me quería más.

Te amo.

No importa cuántas veces haya escuchado esa palabra en mi vida, lo que sentí cuando él lo dijo -o lo escribió-, fue una calidez en el pecho que no había experimentado con nadie más, una sonrisa involuntaria y estúpida se abrió paso en mis labios y los latidos de mi corazón se aceleraron debido a él.

Tal vez esa no sea la manera en la que se espera una declaración así, pero a mí simplemente me daba igual la situación en la que alguien dijera te amo, mientras esa palabra se sintiera sincera y real, bastaba.

Paso un momento en el que ni él ni yo escribimos alguna otra cosa, hasta que deje mi estado de estúpida enamorada y respondí.

Aryl:
Yo también.

Derek:
¿Tú también qué?

Aryl:
También me amo.

Reí de mi propio chiste.

Derek:
Es que no me dejaste terminar, era te amordido un perro.

Sonreí aún más con su respuesta y es que no era la primera vez que decía algo así, hace años en el colegio me gritó: ¡Aryl, te amo! Frente a todos los del grupo, en la cancha del colegio, mientras se preparaba para jugar fútbol. Mi expresión de pasmo fue todo lo que necesitó para agregar un: te amordido un perro. Ese recuerdo había quedado grabado en mi memoria y me hacía sonreír como si lo estuviera viviendo de nuevo.

Aryl:
Ingenioso.

Derek:
Lo se, soy genial.

Aryl:
Yo también te amo a ti, Derek.

Listo, lo había dicho. Me había sincerado por completo con él, diciendo lo que sentía. Porque más que quererlo, ya lo amaba y era el te amo más real que había dicho en mi vida.

Derek:
Sabía que no podías no amarme.
Te amo, Aryl.

 Te amo, Aryl

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SI LOS FINALES FELICES EXISTIERAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora