04. HEATHER

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But you like her better/
Pero ella te gusta más que yo.
Heather, Conan Gray.


Hay momentos en la vida en los que no necesitas hablar de algo, en los que simplemente asumes las cosas o decides ignorarlas.

Quisiera decir que ese día yo dejé el tema pasar, pero no. No podía olvidarme ni obviar ese tema. ¿Cómo podría? Había besado a mi mejor amigo, porque así lo consideraba, además, había besado al chico que me gustaba desde hace años y él nunca se enteró.

Deben entender que no pude simplemente pasar de largo.

Al caer la noche, desde la comodidad de mi cama, recibí un mensaje de él como de costumbre. Decidí abordar el tema, no de forma sutil porque eso no me salía, solo fui directa como lo soy para algunas cosas.

Aryl:
¿Hablaremos de lo que pasó hoy?

Derek:
Tal vez. ¿Tú quieres hablarlo?

Tan vale madres como siempre, pero me rehusaba a creer que esto no tenía importancia para él.

Aryl:
Me gustó.

Le envié, sin ningún tipo de explicación.

Derek:
A mí también.

Pensé en decir algo más al respecto, pero no sentí que fuera correcto. Al menos no así.

Aryl:
¿Podríamos hablarlo un día que nos viéramos?
Ya sabes, en persona.

Su respuesta se hizo esperar está vez. Eso me hizo sentir cierto nerviosismo.

Derek:
No hay problema con eso.

Aryl:
Me siento algo cansada, dormiré.

Derek:
Buenas noches, Aryl.

Sonreí. Deje el móvil de lado y, para mí sorpresa, no me tomo mucho tiempo quedarme dormida.

•••

—Se ha salido de casa —explicaba Derek con detenimiento—, paso la noche de ayer aquí, Aryl.

Esa sin duda era una noticia que no me esperaba recibir está tarde.

No había revisado el móvil en lo que llevaba del día porque estaba ocupada, en casa de mi madrina. De vez en cuando venía donde ella, con frecuencia los fines de semana, y hoy es uno de ellos. El beneficio es que me quedaba cerca la casa de Derek, claro que nunca lo he visitado allí, no se, siento que es demasiado ir a su casa.

Apenas y había puesto atención al móvil y fue solo porque era una llamada de Derek.

—¿Por qué? —le pregunté, no entendía a qué se debía eso. Obvie el hecho de ella durmiendo en su casa, probablemente en su cama, aunque sabía que era algo que, como se esperaba, ya había pasado. Después de todo, son novios. Las parejas tienen sexo.

—Problemas con sus padres —dijo él en una, nada concisa, explicación.

Lo entendí, no podía hablar de ello porque no era un tema que a él le perteneciera contar. A pesar de que ahora mis ansias de chisme eran grandes.

—Le dije que hablara con ellos, que lo resolvieran —siguió él ante mi silencio—. Hará lo que se le antoje como siempre, pero por ahora se fue con una amiga.

No sabía cómo responder, no se me ocurría nada.

—Espero que puedan resolverlo —hablé segundos después, dubitativa.

Escuché su suspiro al otro lado de la línea.

—Hablamos luego, Heather está llamando —murmuró. Le respondí y corto la llamada.

Él tenía que estar para ella en este momento, sea la razón por la cual se ha ido de casa.

Un texto de Steven preguntando si podía llamarme logro distraerme un poco. Le dije que sí y, segundos después, mi móvil comenzó a sonar.

Hablar con Steven por llamada se me hacía raro, por lo cual tarde de más en responder, pero antes de poder hacerlo alguien interrumpió y, para cuando tome el móvil, la llamada ya había finalizado. Le devolví la llamada al instante pero él no respondió, me dejó esperando hasta que finalizó.

Yo podía tener actitudes infantiles, pero las de Steven eran mucho peores.

No insistí más en llamarle, no volvimos a intercambiar un solo mensaje de texto. Orgulloso y orgullosa no puede ser una muy buena combinación.

Pensar en Steven me llevo a pensar en Heather. La sensación de culpabilidad se instaló en mi pecho y no me dejó estar por el resto del día.

No estaba arrepentida de haber besado a Derek , lo volvería a repetir de ser posible, pero eso no evitaba que la culpa se hiciera presente.

Estuve el resto del día tan pendiente de ese tema que descuide lo que debía hacer y me porte distante con todos a mi alrededor. Algo que mi madrina no dejo pasar desapercibido y, una vez solas en la cocina, pregunto qué me pasaba.

—No... —suspiré. Como lo veía tenía dos opciones: mentir o decir la verdad, pero si había alguien en quien confiara era en ella—. Tiene novia —murmuré.

Ella obviamente no entendía a qué me refería, no le estaba dando una explicación clara así que termine por soltarlo todo. Desde haberlo besado hasta lo que me había dicho está tarde .

—Pues si ya durmieron juntos... la situación es un poco difícil.

No lo había mencionado, pero por aquí el que una mujer no sea virgen significa que no vale. Mamá lo dice tantas veces que lo había aprendido: uno como mujer solo vale una vez. Y todas esas veces me daban ganas de decirle que eso era un jodido pensamiento arcaico y machista, pero al final siempre terminaba guardándome mis comentarios.

—No importa —le reste importancia con un gesto de mano—. Solo fue... un momento, algo pasajero.

Y no tenía idea de cuan pasajero sería. Fue tan corto el tiempo que nos dimos para disfrutar de aquello que se que no fue suficiente, se que pudimos dar más, sin embargo... ninguno estaba realmente dispuesto a ello. Y eso también es válido, está bien. No estamos obligados a quedarnos con alguien solo porque se quiere. El cariño no es siempre suficiente para enfrentarlo todo. Alejarse también está bien.

Lo único que no está bien es tratar de reemplazar a una persona con otra, de compararlas. En el fondo yo sabía que nunca sería ella y que él nunca me querría como la quiere a ella. Que todas esas veces en las que decía: no cómo Heather, pero ella esto y ella aquello, era solo porque nunca podría sacársela de la cabeza.

Y supongo que es así, todos tenemos un amor que, sin importar el tiempo y que nos haya hecho daño, no podremos olvidar nunca.

Es como dicen, en la vida hay tres amores. El primer amor, ese que te enseña a querer, que parece perfecto y te llena de ilusiones, ese que no dura para siempre pero que deja huella. El segundo amor, ese que duele pero no puedes dejar, al que volverías mil veces más de ser necesario solo por estar a su lado. Y el tercer amor, el que llega sin buscarse, que cura tus heridas sin pedirlo y te enseña a querer, pero a querer de verdad.

Hasta el día de hoy sigo sin saber si él encaja en alguno de esos amores, pero estoy bien así, sin saberlo, y sin querer averiguarlo tampoco.

SI LOS FINALES FELICES EXISTIERAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora