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Hanbin y Zhanghao se conocieron en un club literario, hacía ya dos años, pero en realidad ambos sabían un poco del otro porque iban en el mismo jardín infantil cuando eran pequeños y ahora, a pesar de que estuvieron en salones diferentes, cursaban el mismo año.

Eso provocó más "cercanía" en ellas, sobre todo cuando Hao pasó al salón A donde estaba Hanbin.

Desde ahí, el último mencionado se empeñaba por acercarse a Zhanghao.

Todo de el le gustaba, lo volvía loco, verlo era una cosa de entrar al paraíso y salir de ahí no sería posible jamás, porque una vez lo conoció quitárselo de la cabeza nunca fue una opción.

Y es que Zhanghao podía esforzarse en negarle la facilidad a conquistarla, pero por dentro Hanbin se le hacía el chico más adorable, inocente y lindo que pudo haber conocido. Solo que su orgullo le impedía reconocerlo.

A causa de esa sensación desagradable de sentir que reprimía parte de toda su libertad expresiva, quería hacerle saber a Hanbin que con chicos cursis y tiernos como lo era el, jamás saldría.

Cosa que era una falsedad, porque prefería a un adorable chico, detallista, cursi y amoroso, a un idiota sin cerebro que solo pensaba en sexo.

Pero su orgullo no le dejaba darse una oportunidad con Hanbin.

— ¿Qué puedo hacer para que aceptes mi invitación? —intrigó el de cabello oscuro desde su asiento. El castaño se sentaba atrás suyo.

— Te dije, no me gustan los chicos como tú.

— ¿Y cómo te gustan? ¿Los que son adictas al sexo?

— No. —negó velozmente. — Pero tampoco una persona como tú me va a conquistar.

— ¿Por qué? —intrigó indignado.

— Eres demasiado cursi, Sung Hanbin. —fingió una mueca de disgusto. — No sé cuantas veces lo he dicho, pero odio lo cursi.

— Puedo serlo menos si quieres.

Aunque eso vivía en el ADN de Hanbin. El hecho de ser cursi no era algo que se forzara a ser, era genuino y lindo. Cualquier persona con una mentalidad adorable diría que Hanbin era el chico perfecto e ideal para cualquiera.

Zhanghao presionó su agarre en su puño.

"No seas idiota, yo no quiero que cambies tu maldita cursilería".

— No harías algo así.

— Dame una oportunidad. Yo no soy una mala persona. —pidió.

"Estúpido puchero qué haces. Estupido tú, maldito cursi que no me dejas sacarte de mi mente".

— No digo que seas mala persona. —aclaró. — Simplemente eres muy cursi. No eres mi tipo.

— ¿Y quién es tu tipo? —intrigó desesperado.

Zhanghao no debió de haber dicho eso, ahora su mente quedó en blanco sin saber a quién nombrar como su tipo ideal.

Tantos chicos y tantas chicas en el salón, se fue por el menos que era su verdadero tipo ideal. Y es que se arrepentiría, pero no totalmente si eso implicaba alejar a Hanbin y sus bobas, y lindas frases cursis.

— Kim Jiwoong. —respondió lo primero que llegó a su cabeza.

— ¿Jiwoong? ¿El idiota de Jiwoong?

— No le digas idiota.

— Ese tipo no sabría cuidarte ni tratarte, no te merece, Zhanghao.

Dicho suspiró. — ¿Y tú sabes lo que merezco?

— Sí, sé lo que mereces. —respondió segura.

— ¿Qué merezco según tú?

— Mereces amor, respeto, una calidez que te abrace cuando tengas frío y alguien que camine a tu lado aún así no tengas el mismo ritmo que esa persona para hacer las cosas. Que te acepten sin ninguna cambio, te toquen como un cristal recién creado y que, como si fueses un pedacito de cielo en este horrendo mundo, puedan proteger de ti porque eres el chico perfecto, pero no todos merecen tenerte.

Zhanghao se quedó plasmada en Hanbin, admirando cómo ese bello chico era capaz de decirle tantas cosas hermosas sin recibir ni mínimo un "gracias" de su parte.

— Me encantas... —susurró en un tono casi inaudible.

— ¿Uh?

Y se retractó cuando se dio cuenta.

— ¡Qué es muy cursi, Hanbin! ¡Y sabes mejor que nadie mi opinión hacia lo cursi! ¡No. Me. Gusta!































quiero un hanbin, pero en chica

빈늘 "cursi" - haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora