Capítulo 6.- La boda.

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El día de la boda.

-El.

-Doryn.

Ambos hermanos se encontraban en los aposentos del castillo donde la joven dorniense pasaría sus últimas horas antes de pasar a compartir las dependencias del príncipe Aemond Targaryen, al que no había visto desde aquel encuentro en la ciudad, en aquella plaza de Desembarco del Rey.

Las dos personas se miraban desafiantes, con ambos brazos cruzados por encima de su pecho. Elyanna vestía el antiguo traje de novia de su madre, con unos pequeños y leves diseños que Nymeria había incluido para hacer resaltar a su señora en aquel día tan especial. Doryn vestía los colores de Dorne. Un traje amarillo apagado adornado con decoraciones en naranja, así como la capa que cubría sus grandes hombros.

-Cia. Dile algo, por favor.

Cialne Toland era la mujer de Doryn Martell, que miraba a su marido y su cuñada con una expresión divertida en el rostro. Para ella era normal ver a los dos hermanos en aquel estado, donde no aguantaban la presencia el uno del otro. Parecía que aquello no había cambiado con los años ni con el poco tiempo que llevaban separados.

-¿Cuál es tu plan, Elyanna? No podemos salir sin que lo reconozcan.

-El maestre se ha encargado de eso. Y también Levir y Taria que fueron quienes lo encontraron. Adrian ya está informado y ha accedido al plan. Solo falta que vosotros estéis al tanto.- dijo la pelinegra, cruzándose de brazos, mirando a su cuñada. Cialne le aguantó la mirada, clavando sus penetrantes ojos negros en ella. Luego, miró a su marido, quien pasaba sus manos por su pelo rizado.

-Nos exponemos a una guerra si nos descubren, El. Y te garantizo que no dudaré en quemar este sitio de arriba abajo si vienen a atacar a mi familia. Además, tú estás aquí, a saber las cosas que te hacen si saben lo que hemos hecho.

-No lo harán. Confía en mí. Y en las serpientes. Nosotros no fallamos.

El silencio se instaló entre los tres individuos de la habitación, sopesando aquel plan que la menor quería llevar a cabo. Doryn no estaba del todo convencido. No quería exponer a toda su familia al caos que podía desatar una decisión precipitada. Cialne pensaba igual que su marido. Merecían vivir en paz y sabía que si alguien hacía algo en contra de Elyanna, su hermano movería cielo y tierra por encontrar a quien lo hubiera hecho y se convertiría en su peor pesadilla. Elyanna sabía que aquello saldría bien. Nymeria y ella habían estado toda la noche sin pegar ojo planeando todo eso. Aquel era el momento.

-Doryn...

Su hermano levantó su mano, mostrándole a su hermana la palma, para que guardara silencio. Se acercó lentamente a Cialne, quien lo cogió de la mano y lo miró a los ojos. Ella aceptaría lo que él dijera, porque era su mujer. Pero Doryn siempre buscaba su consejo cuando se trataba de grandes decisiones.

Elyanna los envidiaba. Parecía ver en ellos el amor de sus padres. Aquellas miradas que se dedicaban, donde se entendían sin necesidad de decir nada. Solamente eran ellos dos, el mundo desaparecía y nada de lo que ocurría a su alrededor parecía importante. Recordaba a aquel Doryn que estaba de fiesta en Dorne, en las casas de placer, con unos y otros, hasta que conoció a Cialne y lo encandiló, hasta el punto de que casi se vuelve célibe por ella, mientras esperaba. Luego todo había sido un matrimonio idílico. Y en el fondo, su hermana sabía que ella no tendría aquello.

Cialne asintió y se levantó, acercándose a Elyanna y cogiendo sus brazos. Ambas se miraron y se abrazaron.

-Lo haremos, El.- dijo su hermano.

-Lo sacaremos de aquí. Y lo protegeremos.- dijo su cuñada, acariciando sus extremidades antes de ofrecerle una gran sonrisa.

-Gracias. A los dos.- Elyanna estiró sus brazos para alcanzar a su hermano y darle un gran abrazo a los dos. Al fin al cabo, sería de las últimas veces que los vería antes de que partieran a Dorne y ella se quedara allí.- Debería terminar de vestirme. Tengo una boda a la que asistir.

The serpent and the dragon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora